Sábado 1 de Octubre 2016
Palacio Euskalduna
Bilbao.

El sábado era un día de una amplia oferta de conciertos en la capital bizkaina y un servidor se decantó por la que dicen, es la mejor banda de versiones de Pink Floyd que se puede ver en un escenario.

No deja de resultarme curioso la cantidad de gente que se acerca a estos eventos, agotando las entradas del Euskalduna a un precio medio de 30 euros cuando otros conciertos de bandas interesantes con temas propios a menos de la mitad del precio están casi vacíos.

Personalmente no estoy muy a favor de las bandas de versiones, y menos a esos precios, pero ya que será imposible ver a Pink Floyd sobre un escenario, que parece que Gilmour y Waters no se animan a venir por aquí a menudo, y que la música de estos genios británicos, a mi entender va más allá de ser unas simples composiciones de rock acercándose más a una sinfonía digna de ser interpretada igual que, por ejemplo, el Carmina Burana decidí perderme la gira de Destruction para disfrutar de este espectáculo.

Tal y como prometían las críticas el montaje es absolutamente espectacular. Luces y sonido de 10 de principio a fin, láseres, leds, la habitual pantalla circular con acertadas proyecciones durante todo el show... y un set list de casi 3 horas dividido en dos partes con un interludio en el que repasan más o menos toda la discografía a partir del Meddle.

Es muy difícil elaborar un set list de una banda como Pink Floyd, ya que son cientos de composiciones dignas de ser interpretadas e incluso en un show de 3 horas, muchas van a quedar fuera. Como es de imaginar no faltaron Echoes, Shine On You Crazy Diamond, High Hopes, Run Like Hell, Confortably Numb, Another Brick In The Wall y me alegró la inclusión de temas como Yet Another Movie o Learning To Fly que no suelen ser tan habituales ni tan escuchadas.

En el plano instrumental, como no podía ser de otra forma, la banda se compone de enormes músicos que dominan sus instrumentos. Batería, percusión, saxo y vientos, dos guitarras, bajo y 3 coristas componen la banda en la que cada uno tiene su momento de gloria a lo largo del show.

Hasta aquí todo perfecto, verdad? Pues ahora viene el pero. Un pero enorme que hizo que saliera del concierto con una sensación agridulce. La banda es de 10, pero carece de feeling. Las interpretaciones de solos como el de Confortably Numb son clavadas a las originales, pero frías como témpanos de hielo.

En una música de estas características puede que lo más difícil sea imprimirle cierto toque personal y feeling a los temas, manteniendo el original. A mi modo de ver Brit Floyd no lo consiguen. Sí que es cierto que One of these days o Pigs las tocan de una forma algo personal pero tampoco es eso. El solo de esta última sonó casi a heavy metal, cuando para nada debería ser así.

Como siempre todo esto es muy subjetivo e imposible de explicar que es lo que falta para que no quede todo tan frío, pero por ejemplo, los españoles Pink Tones, lo consiguen a la perfección a mi modo de ver sin tanto montaje de luz y efectos.

En resumen, una buena experiencia pero que no llegó a meterme en el show en ningún momento del mismo. 30 euros justificados por el gran despliegue que no me harían repetir en futuras visitas. En lugar de eso la siguiente incursión en el mundo Pink Floyd serán Pink Tones en Santander en noviembre. 

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