Tributo a Black Sabbath por bulerías y mucha groove.

Una vez más podíamos ver a O’funk’illo con la formación original pegando un repaso a sus canciones más conocidas y en una sala a la altura para escucharlas.

Hacia las diez de la noche salieron los sevillanos para descargar “Tengo los riñones al Jerez” frente a un recinto no lleno del todo pero si repleto de muy buen ambiente en el que la gente se volcó desde el minuto uno. Con el gaznate recién regado con el mejor funky andaluz embrutessío pasaríamos a la que nunca debe faltar en un bolo de los sevillanos, “O'funk'illo Groove”.

Para entonces ya nos habíamos dejado todos los problemas fuera del local y la banda empezaba a ir “A'Jierro” con unos vientos sintetizados y la única percusión de la batería, pero no llegamos a echar demasiado de menos la big band que solían llevar en los grandes tiempos.

Siempre se nos olvida que no podemos llevar “Dinero en los Bolsillos” y ahí estaban O’funk’illo para recordarnos que nos lo gastamos, nos lo fundimos. Pero siempre es muy buena inversión gastárselo en un bolo como el de los ofunkáticos que tienen bien claro que “El Mármol” no es muy buen compañero de viaje si quieres durar sobre los escenarios más de 20 años.

Eso sí, un poco de relax de vez en cuando con nuestra querida “Mary Jane” nunca viene mal, sobre todo si cabalgamos entre el reggae y el blues. El mismo Andreas, gran vocalista influenciado tanto por Mike Patton (Faith No More) como por Frank Sinatra, no dudo en pedir un poco de material al público que no tardó en ofrecérselo. Llegábamos pues a un punto de inflexión en el que Pepe Bao nos deleitaba con su técnica percusiva a las cuatro cuerdas baqueta en mano, como de costumbre, y su hermano en los tambores nos marcaría el tiempo para pasar “Al Rollo del Gogollo” y meter la brasa una vez más con otro de los hits mestizos de su primer disco.

La apología del cogollo continuaría con “Pachamama” en la que nos metimos, entre otros estilos, en el flamenco gracias a los ritmos y la voz de uno de los cantaores de Iruña que acostumbra a sonar en la Casa de Sabicas.

Nuevamente Pepe Bao recibiría todas las miradas ante un nuevo solo que nos llevaría al funky del “Planeta Aseituna” para marcarnos unoh dansin. Pero el señor Javi Marsiano no se quedaría sin el protagonismo, hasta el momento del show, ganado por Pepe. Se marcaría el habitual solo a base de whamies y wha-whas, seguido de su típico performance que llega hasta los ritmos techno gracias al jack de su instrumento tocado en su calva y hasta en su nariz.

Esos sonidos de whammy tan popularizados por Tom Morello nos abrirían paso a su tributo a Rage Against the Machine con “Killing in the Name” en la que, pese al insistente cambio de letra por parte del gentío, Andreas no cejó en el empeño de subrayar “now you do what they told ya” como debe ser. ¿Qué tocha ni que pocha?! Leñe!

Y de un momento de embrutessimiento musical en el que las primeras filas no dejaron de saltar, nos volvimos a calmar un rato con “A Chuparla Ya”, tema interpretado junto a SFDK en su última versión. Pero el momento relax fue efímero porque enseguida “Nos Vamos Pal Kely” pero no, no nos vamos ni nos vemos. Nos quedamos para escuchar la energética Patapalo, un tema metido con cuña en su primer disco que podría haber sido sustituido en directo por la olvidada “Cara Escombro” en la que participa Viktor de Brutal Thin, ese sí que es un “temaso” al que le han dado una vuelta de tuerca increíble en su recopilatorio.

De nuevo Tato sustituiría los vientos a través de su teclado en “El Campito” para continuar con la “Fiesta” que no terminaría sin antes una interpretación del “Kiss” de Prince por parte de Cheche Álvarez, que apoya las voces de Andreas con la ayuda en algunos momentos de Tato. Una versión más que dejó claro el amplio abanico de influencias del grupo que, tras hacerse rogar con unos “beste bat”, volvieron a salir para hacer levantar al público “Esso Cuenno” con un guiño, por medio de un pequeño riff final, del “Sabbath Bloody Sabbath” de los inventores del heavy metal.

Finiquitaron así, tras dos horas de show, unos O’funk’illo que todavía siguen consiguiendo conectar con el público; que siguen reteniendo unas tablas que no se las quita nadie; que mantienen una destreza en sus instrumentos igual o mejor que antaño, aunque los años pesan en los pulmones y las cuerdas vocales si uno no se cuida el instrumento más delicado. Así es, fue a Andreas al que se le notó algo más flojo en comparación con la infinidad de ocasiones que hemos tenido la oportunidad de verles. Esperemos que se cuide un poco más, aunque entendemos perfectamente que, el carismático vocalista, practica lo que predica. A pesar de su tren de vida, no paró de animar, de moverse de un lado a otro del escenario y de interactuar con el público, es todo un profesional como el resto de la banda.

El sonido probablemente podría haber sido mejorable ya que, parece ser, que no llevaban su técnico habitual, al igual que en las luces. Pero no fue algo que cambiara la satisfacción y el buen rollo que se montó en Zentral esa noche primaveral. Para verlos una infinidad de veces más si verdaderamente dejas prejuicios musicales a un lado y si en realidad te gustan todos los colores de la música.

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