A Atlas Pain los conocimos cuando Scarlet Records los firmó para que  sacaran su disco debut, What the Oak Left. Se siguen definiendo como una banda de Epic-Pagan Metal. Y efectivamente, el concepto alrededor de “Tales Of A Pathfinder” es el de un viaje épico  de hadas con un steampunk. Comenzó en 1899 en Londres “The Coldest Year” con un soundtrack que suena como si fuéramos a entrar a un teatro que, después descubrimos es una especie de Freak Show. .

A partir de aquí, será la variedad lo que primará en las canciones de Atlas Pain. No malinterpreten, el estilo será el mismo pero cada pieza tiene su personalidad. Las voces guturales se intercalan con magníficos coros donde suenan voces masculinas y femeninas. Todo esto ya está presente en  "The Moving Empire". Y el disco sería repetitivo y monótono si todo fuera así. Pero además de buenos coros, guitarras afiladas y orquestaciones decorativas, hay mucho más.

Para "Hagakure´s Way" la banda nos lanza un estribillo con una línea coral típica del concepto cinemático de las películas musicales de los años sesenta. Una alegría va creciendo con la melodía de guitarra y que aporta energía y entusiasmo. La entrada de "Ódauðlegur" se inspira en un ritmo de batería de death melódico mientras las guitarras siguen la línea power metalera. Vuelven a utilizar los buenos coros en una pieza que rompe el molde.

Si aun no te has dado cuenta del poderío vocal de la banda, la entrada coral de "The Great Run" es la muestra más evidente. Otra pieza alegre con unos timbres folks en segundo plano. Otra canción bella y bien hecha que nos da otra pista sobre su estilo compositivo de Atlas Pain: una música agresiva que contrasta con momentos melódicos.  Casi al final, agregan unos teclados al estilo Beast in Black que asumo solo están ahí para hacernos prestar más atención.

El toque folk étnico más intenso lo aporta"Kia Kaha" que comienza con lo que pudiera ser un ceremonial. La melodía se torna galopante y alegre y me hace pensar en gente bailando bajo la influencia del alcohol en aquellas fiestas populares. Los coros en segundo plano aportan misticismo. Han seleccionado bien, pues esta canción es sin dudas mágica.

No sé si estos chicos conocieron a "Baba Jaga" por la saga de Ant-Man o por Mussorgsky pero han sabido sacar de aquí otra magnifica canción. Ya no nos asombran a estas alturas del disco, pero la calidad se mantiene.  Las melodías creadas con teclados dan un toque folk que respalda el trabajo coral.  El piano que se escuchaba esporádicamente en "Kia Kaha" se torna más sentimental en la entrada de "Shahrazād". Hay unos timbres mezclados de guitarras y teclados mientras la batería de Riccardo Floridia se desmadra.  Y lo que nos parecían excepciones cuando comenzaba el disco se van tornando en la norma. Orquestaciones creativas y coros que alternan con la voz de Samuele Faulisi, quien además hace guitarras y teclados. Una canción con una alegre nostalgia.

No podía faltar una “Magnus Opus” que son los diez minutos de "Homeland", un compendio de lo que es Atlas Pain hasta el día de hoy: Música mágica, sensible, bella y potente. Faulisi entra casi a capella, mientras su guitarra se une a la de Fabrizio Tartarini para crear melodías a dos cuerpos. Usan el trabajo coral de pregunta / respuesta en diferentes estrofas y retoman el aire circense que se inició en “The Coldest Year”.

Aquel clásico de los años setenta “When a Blind Man Cries”, se ve reflejado en la pieza final, "The First Sight of a Blind Man" que no es más que una tranquila pieza a piano con unos ligeros coros al fondo. La despedida, los créditos finales de la historia. Atlas Pain han crecido desmesuradamente en dos años y nos ofrecen un disco impecable y cargado de sentimientos.