El duodécimo disco de los riojanos, Tierra Santa, como era de esperar, aporta otra nueva carga de heavy metal con letras épicas y ligeros toques de power. Una banda establecida desde hace años como uno de los referentes dentro del metal español. Comenta la hoja promocional que 'nos devuelven, la rabia y garra de sus orígenes, con un sonido espectacular que se identifica con los grandes clásicos del género', con lo que estamos totalmente de acuerdo. Un disco que aviva nuestros recuerdos y tantos directos que hemos podido disfrutar viéndolos tocar sobre las tablas en conciertos inmaculados y potentes, que son el hábitat y la mejor manera de disfrutar del quinteto.

“Pecado de Ángel” fue el primer single y ya adelantaba lo que aquí puedes escuchar. Entran con la potente “El Valle de las Sombras” que nos recuerda en su inicial riff de guitarra y melodía vocal al clásico “Maldito sea tu Nombre” de Ángeles del Infierno, que, de hecho, si alguna pega les pondría, es que sea esta la primera pista, no porque carezca de fuerza sino por esa similitud que puede confundir a alguno. A partir de aquí, por mucho que quieras hurgar, no hay manera de bajarles la nota a las canciones que componen este disco.

Diversas influencias se muestran durante el transcurso del fonograma. Una de las más evidentes es la de Rainbow / Ritchie Blackmore en el riff de “Crucé el Infinito por ti” o el de “Pecado de Ángel” y otra de las que se aprecian con claridad no son más que las que provienen de la historia de Tierra Santa y su discografía.

Quizás influye en este criterio el timbre de la voz de Ángel San Juan, que es reconocido en cualquier lugar de la geografía española donde haya un metalero al menos. Y también por el enfoque lírico en el que volvemos a escuchar con placer no solo las historias de épocas anteriores sino también conceptos y principios humanos como el valor, la templanza, la sinceridad, la honestidad y otros que están medio desaparecidos de la vida que nos muestran los medios de comunicación y las redes sociales, que al parecer no han hecho mella en el concepto musical de Tierra Santa.

Magníficos los solos de guitarra. No se abusa de los mismos ni hay grandes duelos entre Ángel y Dan Diez. Prima la elegancia y la velocidad, pero también la melodía y un ejemplo certero es el solo de la balada “Siempre”, que la salva del aburrimiento en el que siempre caemos cuando escuchamos un tema tan lento. De la misma manera, los riffs de guitarra son digno de estudio para los amantes de la guitarra, y no porque sean complejos, aunque los hay, y a veces con un cierto toque maidenesco como el de “Mi Libertad” y “Pecado de Ángel”, pero los que nos llaman poderosamente la atención son los que sirve de base a “La Fuente de la Juventud” y el que apoya el duo de guitarras en "Gran Alma", que siendo sencillo, aporta una energía contagiosa.

El disco fue grabado y mezclado en los estudios Sonido XXI bajo la producción de Javi San Martin y Ángel San Juan, masterizado en Crossfade Mastering por Enrique Soriano y cuenta con la colaboración del percusionista Karlos Arancegui en la canción “Mi madre”. La portada del disco es obra de la pintora Nayra López.

Estamos seguros de que muchas canciones de “Destino” estarán en el setlist de Tierra Santa en este y el próximo año. Esperamos poder verlos con nuestros propios ojos.