Tres años le ha tomado a Steve D. Rice rearmar una vez más su banda Kill Ritual y ofrecernos un nuevo disco. De la banda que surgió con miembros de Imagika y Eldritch  solo queda él. Afortunadamente, su creatividad se mantiene intacta y ha vuelto a hacer una obra potentísima cargada de buenos riffs de guitarras thrasheras como siempre nos tiene acostumbrados.

Este es su quinto disco. Numerosos cambios de formación para cada uno de ellos. Alineaciones en los discos que cambian para los directos. Esta ha sido la constante dentro de este grupo que a estas alturas sabemos que es más un esfuerzo individual que colectivo.

Como siempre ocurre en cada disco de Kill Ritual, no falta ni sobra un acorde. Las canciones son pura rabia de principio a fin, el sonido es el del thrash. Para los directos se necesitará un segundo guitarrista posiblemente, aunque quizás Steve Rice se atreva a salir solo con alguna pregrabación disparada desde la batería.

Entra un nuevo vocalista, Brian “Chalice” Betterton (Dirt) con una voz de rango metálico donde lo mismo grita que tiene un timbre más clásico o más heavy según la necesidad. No es el tipo de voz que sobresale por su personalidad, es de las que cumple con creces lo que hay que hacer y cuando escuchas “Praise the Dead” te das cuenta que se trata de una garganta privilegiada.  Una mezcla entre Bobby “Blitz” Ellsworth y Todd LaTorre.  Otro que destaca es el bajista David Alusik que además de sentar una base rotunda sobre la que las canciones crecen, tiene tiempo para adornar con notas melódicas aquí y allá.

Están invitados los guitarristas Andy La Rocque (King Of Fools, donde hace un solo doblado al más puro estilo personal, que nos recordará su paso por King Diamond), Chris Lotesto (Touch The Dark, con un solo donde las notas parecen sucederse anárquicamente, al más puro estilo thrash) y Joey Concepcion (The Veil Of The Betrayer, quien se ha esmerado en hacer un solo que apabulle al oyente, haciendo de esta pieza una de las más atractivas).

El grupo no intenta forzar la variedad para cada canción, sino que van aceleradas con múltiples riff y cambios de ritmos. No es hasta el final con la épica “A Child to Die for Again” que hay un cambio, recordándonos que una de las primeras influencias de la banda fue Annihilator.

El disco fue grabado en los Sonic Train Studios de Varberg, Suecia y los Fossil Sound  de San Jose, California. La mezcla y masterización se hizo en los Sonic Train Studios por Andy La Rocque quien también hizo parte de la labor de ingeniería junto a Steven D. Rice.