Cada canción fue vibrante y maravillosa

Con una flebitis en el brazo derecho nos fuimos a ver a Robin Beck, quien venía a España acompañados de los luxemburgueses My Own Ghost y los alemanes Grey Attack. Un cartel bastante atractivo para una noche de martes. Me hubiera gustado que una banda española de AOR se sumara, pero después de disfrutar del evento, me di cuenta que sería una locura agregar un cuarto grupo.

Hay quien dice que un martes no es el mejor momento para ir a un concierto, pero si prefieres quedarte en casa digiriendo la telebasura y viendo ese exitoso programa donde una mujer/hombre que no sabes quién carajos es, se encuentra con un hombre/mujer que ni ella/el mism@ sabe quién carajos es, a ver si se enamoran o al menos tienen sexo, lo tuyo no es ni los conciertos ni el buen gusto.

Por las razones de salud inicialmente mencionadas, nos perdimos a Grey Attack (nos disculpamos con la banda), a los cuales no conocíamos. Llegamos a tiempo para disfrutar de My Own Ghost. Después de escuchar sus dos discos, Love Kills de 2014 y Life on Standby de 2017, quería disfrutar de su concierto, sobretodo para ver en directo a su vocalista Julie Rodesch pero, o el tiempo me ha hecho apreciar estos discos e idealizarlos o, lo que es más probable, el sonido no les hizo justicia. Y no me refiero a confusión sonora o feedback sino a timbres instrumentales. También se suma que vinieron con un batería, Michael Stein, que toca de manera bastante diferente a lo escuchado.

Con un sonido bastante desigual al de los CDs, me encontré a una banda donde la mirada central y casi única cae sobre Julie. Una cantante con una técnica impresionante y una voz que la pone entre las mejores vocalistas que he visto en este año 2018 al menos. Como la banda se centra en ella, nosotros también, y pudimos escucharla y ver las expresiones de su rostro al cantar: a veces arrobada, a veces alegre e incluso a veces insegura. Una vocalista a tener en cuenta.

No fue difícil apreciar que hay una relación estrecha entre ella y el guitarrista David Soppelsa, pero tanto él como Joe May al bajo no creo que a la larga sean los músicos más indicados para canalizar esa preciosa voz. Lo que me parecía una banda esplendorosa, en ese directo se convirtió en una vocalista excepcional empujada por un batería brillante, y unas cuerdas de medio pelo. Se quejaban del sonido en alemán entre canción y canción, y posiblemente este también haya afectado, pero concluyo prefiero escuchar los discos antes que su directo.

Al finalizar el concierto Julie, con mucha dignidad, recogió el setlist y nos dejó sin saber bien el orden de las canciones. Aun así podemos casi asegurar que tocaron la canción título de su segundo disco, y las de los videos, “Silence” y “Crystal Ball”.

Robin Beck tiene 63 años y su marido, James Christian (quien estuvo la mayor parte del tiempo disfrutando del concierto de My Own Ghost desde un sofá de la Sala Soundstage), es más conocido por la banda House of Lords y anda más o menos por los mismos años. Orgullosa debe estar esta preciosa mujer de cómo lleva la edad. No solo por el físico sino también por la energía, la voz y el carácter. Gratamente impresionado quedé.

No estábamos allí solo por verla a ella, también queríamos ver a Jorge Salan quien los acompañaba en esta gira. Estuvo soberbio como siempre. La sorpresa mayúscula fue disfrutar de la guitarra de Jimi Bell, también militante de House of Lords. Con unos crucifijos en el pecho más grandes que los de Tommy Iommi demostró esa noche ser un guitarrista tan acerado como el propio Salan, y señaló por qué hay en la banda dos hachas que se alternan en los solos, cuando no se solapan directamente.

Robin cantó como la diosa que es, cada canción fue vibrante y maravillosa. Un setlist amplio, cubriendo ampliamente su nuevo disco, Love is Coming, y aportando canciones de siempre que la gente no solo coreaba sino que ya hasta cantaba al completo. Tenía a mi izquierda a un adulto delgado y peludo con móvil y trípode especial a quien la emoción se le salía por los ojos mientras decía que era el mejor concierto que había visto en su vida.

A pesar del calor, Robin y Jimi salieron demostrando lo de “genio y figura”, vistiendo chaqueta. Ella se comunicaba con el público entre canción y canción, de manera muy jovial. No estuvo dando la brasa con la tontería de “vamos a hacer oh, oh, oh” o “quien viene por primera vez a verme a mí”, sino que lo hacía de manera más cercana y jovial. Presentaba las canciones, hablaba de los músicos, decía cual composición le gustaba especialmente y a veces hasta nos contaba de qué trataba la canción.

En más de una ocasión señaló a alguien del público, como cuando marcó a un joven que quizás podía no haber nacido cuando ella se dio a conocer con “Sweet Talk” en 1979, y que llevaba una camiseta de los años 80. “Wow, ¡de verdad que era joven en aquella época!”, decía la cantante, y le pedía al chico que le mostrara la espalda para ver que había por detrás.

Entre la voz maravillosa de Robin Beck, la manera de proyectar sus sentimientos, las melodías de sus canciones, y los solos que se iban alternando Jorge Salan y Jimi Bell, casi se nos olvida mencionar a BJZampa, magnifico músico también, aunque la batería no es el punto fuerte de este tipo de música, sino un acompañante más bien.

Terminamos el concierto apreciando mucho más a una mujer con la que estoy convencido que compartir una conversación sería todo un placer, con un carisma inmenso y la confianza que le da el cantar canciones maravillosas, arropadas por una banda de experimentados músicos de primera división. Pudimos escuchar un “Island” apabullante, “Love is Coming”, “On the Bright Side” y a partir de aquí me pierdo un poco. Tampoco pude recuperar el setlist.

Y si eres de los que prefiere quedarte en casa porque es martes, te cuento que la sala Sound Stage estaba casi llena esa noche y te perdiste un concierto apabullante. Otro día piénsatelo mejor. Muchas gracias a Irassema por su buen carácter y trabajo profesional, algo que no es tan común en este mundo.

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