Polideportivo de Villena, Alicante. Jueves 10 de agosto

 Llegamos a tiempo para ver a Beast in Black. No fue conscientemente, a la banda la habíamos visto recientemente, pero no pudimos llegar a tiempo a ver a The Dark Side of the Moon, donde toca la batería Morten Lowë Sorensen, de Amaranthe. Sin embargo, escuchar a Yannis Papadopoulos es siempre un placer. Calmadamente, presté atención a su estilo vocal que resulta ir más allá de la realidad. ¡Qué manera de cantar! Sin esfuerzo aparente pasa de un semi gutural a un falsete; en ambos casos, y en todos los demás, lo clava. Una afinación perfecta para unas canciones que, sin él, posiblemente serían igualmente buenas, pero no perfectas. La banda está en medio de una extensa gira, en septiembre saltan a los Estados Unidos y a principios de año volverán a Europa.  Especiales “From Hell with Love” y “Blind and Frozen”.

Vi llegar a los músicos de Amaranthe a lo lejos, justo a tiempo para su concierto. Elize Ryd con demasiada ropa, y no es que sea un gurú de la moda, sino que el calor estaba insoportable. Al final del concierto, tanto ella como Nils Molin aconsejaban a la audiencia: “don't forget to drink water”, y es que ellos mismos debían estar asados sobre el escenario. No fue pretexto para dar un intenso concierto plagado de clásicos como “Helix” y “Drop Dead Cynical”. Primera vez que los veía con tres cantantes y aunque la variedad vocal resulta interesante, eché de menos el acariciante timbre de Elize, y al mismo tiempo pensé que, tal vez para el nuevo disco que saldrá a inicios de 2024, la banda trabaje un poco sus armonías vocales.

Mientras, los veteranos de I am Morbid firmaban discos, y fue ahí donde me di cuenta de que eran nada menos que músicos de Morbid Angel o al menos su cantante y bajista. ¿Por qué el cambio de nombre? David Vincent ha roto contacto con Trey Azagthoth, y toca canciones de los cinco primeros discos de su banda madre. Como ya va siendo natural en este mundo, dos bandas con repertorios similares y nombres similares, pero cuyos miembros, si se ven, posiblemente se agredan entre sí. Esta tarde con especial énfasis en “Covenant”, del cual interpretaron seis temas. Impresionante la fuerza vocal de “Fall from Grace” y “Blessed from the Sick” y otros temas anteriores al “Covenant”, del cual celebraban su XXX Aniversario.

Siempre es un deleite ver a Arch Enemy encabezados por su ángel azul, Alyssa White-Gluz. Lleva casi diez años en la banda y es uno de esos casos en los que nadie la señala por ser “la vocalista nueva”. Ha sabido ocupar su puesto y hacerlo tan bien o mejor que Angela Gossop quien ahora es manager de Amaranthe, los propios Arch Enemy y otras bandas. Ha grabado cuatro discos y ahora, en su repertorio en directo, prevalece esta etapa, aunque no dejan atrás joyas como “My Apocalypse” y “Nemesis”. Eche de menos mi canción favorita, “Ravenous”, pero solo mucho después de que la tromba hubiera cesado, señal de que se trata de nostalgia y no de un setlist inestable.

En actuaciones anteriores de Megadeth, siempre he estado al tanto de quién es el segundo guitarrista. Recuerdo sobre todo a Marty Friedman y Jeff Loomis, pero ya he perdido el interés porque sé que Mustaine siempre buscará un guitarrista que este a la par de él, e incluso que sea superior. Su concepto de la envidia va por otros derroteros, y Kiko Loureiro dio una noche especial. Regresamos al Escenario Azucena para disfrutar de ellos, quienes decidieron abrir nada menos que con “Hangar 18”, mi canción preferida, lo cual me hizo pensar cómo podrían continuar después de tal acelerón de adrenalina. Intercalaron piezas menos contundentes como “Dread and Fugitive Mind” o la reconocida pero realmente lenta “In my Darkest Hour” con otras más enérgicas como “Dystopia” y “Sweating Bullets” antes de cerrar con una andanada de clásicos: “Peace Sells…”, “Mechanix” y “Holy War”. Mustaine hace años que va perdiendo voz, pero ha preferido continuar con su timbre bajo en vez de aceptar a un vocalista o tan siquiera un guitarrista shredder que sea capaz de hacer una segunda voz. De todas maneras, como la gente solo sigue los estribillos, su disminución no molesta, mientras sus manos sigan siendo la envidia del lejano Oeste.

El año pasado, 2022, Feuerschwanz dieron tremendo concierto bajo el sol, a tal punto que la organización del festival decidió que este año volverían en horario estelar, con efectos de luces y llamas incluidos. Básicamente, hicieron el mismo setlist agregando nuevos temas, pero la hora influyó positivamente en el espectáculo y por ejemplo, “Ultima Nocte” se escuchó mucho más fuerte con esos juegos de fuego. Las coristas también eran las mismas, dos chicas preciosas, sonrientes y salvajes, que son todo un deleite para la vista. El público disfrutó mucho de las versiones, primero la de “Dragostea Din Tei” y casi al final la de “Warriors of the World”, pero indudablemente los temas propios también tienen buen tirón, como “Schubsetanz” y “Die Hörner hoch”, con la que cerraron su concierto.

Me quedé a ver a Tierra Santa, toda una institución dentro del rock español, unas leyendas. Las luces estuvieron pobres y tristes casi todo el tiempo, por lo que no creo haya salido alguna foto decente. Es un punto flojo de los tres escenarios, la penumbra constante. Es un “Pecado de Ángel” lo de las luces, y fue la canción con la que comenzaron su concierto, lleno de temas clásicos que hicieron corear y llorar a más de uno. “El laberinto del Minotauro” me resulta una composición muy interesante, al igual que “Alas de Fuego”, ambas inspiradas en la mitología europea, que en Europa piensan que es la de todo el mundo, quizás por haber recibido una educación e historia puramente eurocéntrica, olvidando el resto del mundo. Pero eso no lo voy a arreglar yo, así que a las dos y media de la mañana, me fui a dormir por extenuación, no porque no quisiera seguir disfrutando de la música. 

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