Es un inmenso placer ver como bandas de la talla de Testament no decaen con el paso de los años. No ha sido una carrera ascendente. Ha habido altibajos pero en esta última década, todo ha sido una espiral hacia  arriba y 'Titans of Creation' continúa la estela dorada.

'Dark Roots of Earth' fue todo un bombazo y 'The Brotherhood of the Snake' cuatro años más tarde mantuvo el listón altísimo. Cuatro años después este disco reitera que son una banda consagrada y que además de seguir la senda del thrash metal, saben que su estilo propio es lo que vende al menos en la franja de mercado que esta música tiene. Inventar y tratar de saltar a un sector mainstream lleva a que al final ni uno ni otro sigue a la banda. 

Todos conocen a Chuck Billy, quien espero haya superado el Coronavirus. Uno de los últimos conciertos que pudieron dar fue en España al que precisamente no asistí por temor al contagio y la precaución me sirvió porque al menos dos músicos terminaron contagiados y no me quiero imaginar cuanta cantidad de público.

Lo respaldan los guitarristas  Alex Skolnick y Eric Peterson quienes además de crear unos riff potentísimos, lanzan unos solos apabullantes. Me alegra ver que definitivamente la banda le ha dado a Skolnick espacio para que atienda sus proyectos paralelos y al mismo tiempo se mantenga en la banda pues es un guitarrista excepcional. Aunque en este disco quienes destacan más que nunca son la sección rítmica de  Steve Di Giorgio y Gene Hoglan. El primero no necesita un bajo de veinte cuerdas, y es que a veces ni siquiera uno de cuatro, que lo he visto tocar con un instrumento de tres cuerdas y sigue llenando cada hueco. Por su parte a Hoglan no lo escuchaba tocar con tanta pasión desde el Time Does Not Heal de Dark Angel. ¡Qué manera de tocar! Eso si es ser un Wreck it Ralph.

Si algo llama la atención del disco una vez lo escuchas es que desde el primer acorde de “Children of the Next Level” te vas a dar cuenta que esto es Testament. Al igual que ha pasado con Overkill,  la banda ya tiene su sonido y no es solamente por el timbre de la voz de Billy.  “WW III” es una pieza premonitoria de lo que está ocurriendo y pasa rápido mientras que “Dream Deceiver” es otra salvajada que recuerda a la pieza del mismo nombre de Judas Priest solo por el título  mientras el estribillo nos recuerda el clásico de Scorpions “She’s a woman, he’s a man”.

Si alguien pensó, cuando la banda presentó su primer adelanto, “Night of the Witch”, que iba a ser una excepción, pues resulta que no, es la norma, aunque Chuck canta con un timbre algo más death metalero y entre tantos detalles el efecto de guitarra en los segundos finales marca el detalle más tenebroso..  Le toca a Steve Di Giorgio abrir “City of Angels” que también comienza con aires de misterio. Si no fuera por su rotundo sonido, esto podría ser “la balada” del disco, pero no, es el doom del disco, el stoner, el momento Black Sabbath.

Para “Ishtar’s Gate” Di Giorgio cambia de instrumento y sus cuerdas suenan más agudas. Un riff sencillo nos sumerge en una canción fresca. Otra de esas piezas características de Testament en los que da aire a las guitarras y las deja descansar mientras la sección rítmica suena algo menos cronométrica. Una pieza deliciosa para normalizar la respiración acelerada tras la tormenta de canciones que vienen del inicio.  Tal parece que se preparan para la compleja entrada de “Symptoms”, donde por tercera vez a Di Giorgio se le escucha galopar. Una de las canciones que evidentemente ha escrito Alex Skolnick, por su complejidad en las guitarras.  Hay quien pensará que esta es una pista de relleno, pero está tan bien hecha que resulta una delicia escucharla.

Mas burra es “False Prophet”  donde Gene Hoglan se ha calentado y decide acelerar en una canción que muy bien pudiera haber sido escrita hace cuarenta años y al mismo tiempo suena fresca. De esas que son para que la escuches de pie.  Hace ya más de dos décadas que Chuck comenzó a usar guturales y al mismo tiempo los músicos decidieron dar un toque algo más extremo a algunas pistas. Aun recuerdo el “Low” y la sorpresa que medio Chuck en ese disco con su manera de cantar.

Últimamente alguien en la banda ha estado leyendo historia antigua, primero fue “Ishtar’s Gate” y ahora “Code of Hammurabi” donde la banda da una clase, no de historia, sino de cómo aprovechar al bajista, mientras las guitarras desgranan un acerado riff de ocho acordes y Gene decide no poner la cabeza sino el corazón en su instrumento. ¡Y no te pierdas el solo de guitarra! Que demuestra que melodía y velocidad son la combinación perfecta.  Una canción sobre el karma a la que sigue otra dosis de historia con “Curse of Osiris”, una mezcla de guitarras rápidas, momentos más acelerados y voces thrash y black metal.

Terminan con el instrumental “Catacombs”,  una canción que escuchada fuera de contexto te sería muy difícil de ubicar en el universo Testament. Con aires pomposos, sonoridades épicas y unos coros a lo Richard Wagner que desafortunadamente solo dura unos dos minutos.

La portada fue diseñada por Eliran Kantor y se mostró muchos meses antes de editar el disco. Meses después de su salida los japoneses han editado un CD doble cuya segunda parte es un directo, “Live in Tokyo”, que como material de coleccionista  está muy bien pero no tanto como para que te compres esta edición si ya tienes la anterior.