Sábado 1 de diciembre
Sala Santana 27, Bilbao

Doble ración de rock norteamericano la que nos esperaba la noche del 1 de diciembre. Doble ración servida con variados ingredientes y regustos. Por supuesto que unos platos entran mejor que otros y no, no nos atragantamos, pero hubo momentos de digestión pesada.

Por la audiencia que se congrego había ganas de verles por estas tierras. Los canadienses Monster Truck ya les vimos en abril de 2017 en el Kafe Antzoki como cabezas de cartel de su propio tour. Una banda con punch que reluce en directo, sin demasiados aspavientos ni excesos instrumentales. Por su parte los cabezas de cartel son toda una institución en su país y en medio mundo, llegando a llenar Webley con facilidad. El combo de Kentucky venía presentando su sexto álbum de estudio, 'Family Tree', una obra que les ha llevado a conseguir una mayor cuota de popularidad, o al menos eso parece.

A la hora anunciada subían al escenario de la Santana 27, Monster Truck, el cuarteto con sede en Hamilton, Ontario, Canadá llegaba para defender en directo sus nuevas composiciones, que componen el nuevo LP 'True Rockers', toda una declaración de principios sonora. Abrieron su set con "Why Are You Not Rocking?" uno de los cortes más ganchudos de su segundo CD 'Sittin' Heavy', sin apenas pausa llegaba la pieza que da título al nuevo redondo, “True Rockers”, se les notaba muy motivados y ahí ya pudimos darnos cuenta que gozaríamos con su actuación. No defraudaron, Jon el voceras y bajo, el teclista Brandon, el descamisado guitarra Jer y el serio batería Steve, gozaron de un gran sonido. No hubo que esperar mucho para disfrutar de "Don’t Tell Me How To Live", uno de sus cortes más populares, allí estaba media sala cantando el estribillo con Jon y este con una sonrisa de oreja a oreja.

El molón riff setentero de "Old Train" del primer disco 'Furiosity', sonó contundente en la noche bilbaína. Dando paso a otras dos de las nuevas, la mainstream "Evolution", que fue muy bien recibida y "Denim Danger" con más protagonismo de los teclados de Brandon. Momento reposado para el delicado blues de "Denim Danger", en la que Jon se pone un poco más serio y melancólico. Una composición de más de 7 minutos, que se me hizo un poco larga en directo y enfrió demasiado el ambiente a pesar del solo de guitarra y la entrega vocal de Jon.

Recobraron el poder con más material fresco "Devil Don’t Care" y luego despacharon "Sweet Mountain River" en la que Jer hace una segunda voz y un solo muy directo, esta pieza me recuerdan un pelín a Mountain. El final llegaba con la energética "The Lion" otra del disco debut. Perfecto cierre para el buen concierto que brindaron, en total 45 minutos de actuación. Se despidieron ovacionados, más de uno se quedo con ganas de más.

Tras un primer plato degustado hasta la última miga, aun con apetito llegaba el momento del segundo. El grupo salía a escena abriendo con una de las nuevas, “Burnin”, liderados por el talentoso vocalista y guitarra solista Chris Robertson, este tipo tiene una gran voz y lo demostró en esta actuación. Era mi primera vez que les veía y estuve atento a todos y cada uno de los integrantes. Sonaba la contundente "Me And Mary Jane" con talk vox del segundo guitarra, el inquieto Ben Wells, que no paro de moverse y soltar patadas voladoras, aunque su papel con la guitarra queda en un discreto segundo plano. Él pone el movimiento que le falta al líder Chris Robertson, aunque se hablamos de entrega sobre el escenario hay que mencionar al batería John Fred Young, vaya drummer, joder este hombre no paro ni un segundo de actuación, aporreando sin piedad y adornando cada baquetazo, no sé cuántas baquetas se le cayeron, pero daba igual no perdía el ritmo el cabrón. Seguía con una mano, hacia coros y animaba desde su kit. Uno de los baterías más intensos que he visto en directo. Un porrón de veces salió algún técnico a ajustar los micrófonos o alguna otra cosa de la batería.

Un tema de sus inicios "Maybe Someday", del debut homónimo, donde John Fred se sigue recreando, las guitarras me parecían un poco bajas, luego fueron ganando. Otra nueva "Bad Habit", defendida con energía ante una entregadísima audiencia. Las caras de felicidad eran mayoría, incluso con la comercial "Like I Roll" del álbum, 'Between The Devil & The Deep Blue Sea'. Precedida por el baladón "My Last Breath", a lo Bryan Adams de última etapa. El bajista Jon Lawhon marcando ritmo en "Cheaper To Drink Alone" del redondo, 'Kentucky' de 2016. A medio camino entre Lenny Kravitz y el blues. Aprovecharon para colocarnos una extensa Jam instrumental (se me hizo muy larga e innecesaria) la conectaron con un fragmento del "Purple Haze" de Hendrix. Eso sí Chris Robertson demostró que no solo es un gran vocalista, sino también un gran guitarrista. Las cosas no mejoraron mucho con la comercial "Hell And High Water", mucho mejor la "soulera" y sofisticada "James Brown", con otro buen solo de guitarra y más leña en la sección rítmica. En alguna de las canciones tuvieron a un percusionista tocando los bongos y el guitarra Ben también toco la pandereta.

Llegaba el sentido "Things My Father Said", americano y radiable. Volvieron a explayarse instrumentalmente en la caliente "Ain’t Nobody", otro ejercicio innecesario, que prefería se hubiesen ahorrado. Es una buena canción pero sin los coros femeninos y estirándola se desvirtúa un poco. Hubo un intento (que no entendí muy bien) de separar en dos mitades a la audiencia para que bailasen las chicas del público, alguna lo secundo pero como digo, no entendí nada.

Más carne de radio americana, "In My Blood" que combinaron para mi gozo con "Blind Man", poderosa, que desemboco en un solo de batería en el que John Fred se quedó más a gusto aun, aunque tampoco fue demasiado espectacular. No falto el clásico de Willie Dixon, "I’m Your Hoochie Coochie Man", que ya versionaron en el EP, 'Black To Blues' de 2017. Con otro desparrame instrumental, jam blues rockero que alargo más el chicle. Nos sacaron del letargo instrumental, con la potente "Lonely Train", y luego dos del LP álbum, 'Between The Devil & The Deep Blue Sea', por un lado la energética "Blame It On The Boom Boom", con todos haciendo coros y un momento que muchos esperaban "White Trash Millionaire", una de sus piezas más conocidas. Aún quedaba una última cucharada, el medio tiempo sureño "Family Tree", que da título a su último lanzamiento. Tras la cual se despidieron agradecidos a la entregada audiencia.

Con la insistencia del publico regresaron Chris y Ben, para descargar el sentido acústico “Peace Is Free”, un hermoso himno del álbum 'Folklore and Superstition' de 2008. El bajista y el batería se unieron y de esta forma cerraron una velada de casi dos horas, en las que pudimos contrastar en vivo la calidad de algunas de sus canciones y las cualidades técnicas del combo americano. Otras son más simplonas pero defendidas con elegancia ganan en directo. Para cerrar, lo que más me sorprendió fue la voz de Chris en directo, además del show particular del batería John Fred. Aunque hubo algún momento de mucho masticar, nos marchamos satisfechos.

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