Martes 26 de noviembre 2019
Sala Stage Live, Bilbao.

Un martes 26 de noviembre fue el día señalado para la venida de los hard rockeros daneses D-A-D, al botxo. La céntrica sala Stage Live acogió esta inusual visita del curtido cuarteto que se presentaban con nuevo álbum bajo el brazo, titulado 'A Prayer For The Loud' (2019) siendo su primer larga duración de estudio tras ocho años sin sacar material nuevo, venían con ganas de montar la fiesta y vaya sí la montaron.

Costó lo suyo aparcar en la zona, para cuando entramos a la Stage Live ya estaban tocando los teloneros, Hangarvain, un cuarteto italiano de hard rock de influencia setentera. Había escuchado algo de ellos en Youtube unos días antes del concierto pero en directo no me dijeron mucho, por no decir nada.

Hard Rock bien ejecutado pero faltó de personalidad o eso fue lo que me pareció a mí. Le pusieron muchas ganas y energía, se lo curran en directo pero la respuesta fue bastante fría. Es que cuando arrancaron a tocar apenas había unas 20 o 25 personas. Intentaron buscar la complicidad de los asistentes en los coros, pero apenas tuvieron respuesta. Despacharon una versión de la conocida “Black Betty” de los Ram Jam. Había un fuerte olor a pintura dentro de la sala, sobre todo en la parte delantera, era insoportable, así que salimos y como teníamos tiempo estuvimos bebiendo algo en los alrededores hasta que empezará el show de los D-A-D.

Poco a poco fue llegando público y cuando arrancaron los D-A-D había una audiencia de 150 o 200 personas o más, puede que parezcan pocas, pero muy entregadas. El grupo salía a escena comenzado con “Burning Star”, una de las nuevas que fue muy bien recibida, pero eso fue solo una pequeña muestra, con los clásicos que siguieron "Evil Twin", "Jihad" o "Rim Of Hell", tocadas casi sin apenas pausa, tuvieron una respuesta brutal, la mayoría de los asistentes cantando sus canciones. Impresionante arranque para un concierto que mantuvo la buena energía hasta el final.

El sonido fue muy bueno y seguían con otro corte añejo "Rim Of Hell", que sirvió para tomar aire y enfrentar otra de las nuevas, la molona "Nothing Ever Changes". Qué decir de “Everything Glows” con un enorme Jesper Binzer, el vocalista y guitarra es un auténtico frontman hard rockero y macarrilla, no paró de incitar al público que poco necesitaba para disfrutar del setlist que descargaba la banda.

Aunque muchas veces le roba protagonismo el bajista Stig Pedersen, con su amplia colección de bajos de formas imposibles y de solo dos cuerdas, vaya colección pudimos ver uno transparente con luces led, otro en forma de cruz de hierro con clavijero del avión del barón rojo, otro en forma de calavera de vaca como el que sale en el logo de la banda, otro como un bajo invertido es decir, un cuerpo que es un clavijero enorme y un clavijero que es un cuerpo de bajo pequeñín y hasta uno en forma de cohete.

Moló verles tocar la pieza que da título al nuevo redondo, "A Prayer For The Loud", seguida de un momento tranquilo con "Grow or Pay" con otro extenso solo de guitarra Jacob Binzer, que estuvo impecable durante todo el recital. Otra de las nuevas que despacharon fue "The Sky Is Made Of Blues", como mola verles clavar cada coro, joder vaya coros, el inquieto batería Laust Sonne, es uno de los que más coros hace. El hombre lo goza tras los parches, un buen ejemplo fueron "Jackie O'" y "Riding With Sue" ambas de su LP debut y cantadas por el bajista Stig Pedersen, que suena más punky.

Más canciones actuales, "The Real Me" con otro estribillo marca de la casa, sonaba "I Want What She's Got", conocida por el video en el que salían vestidos de chica, con otro estelar solo de Jacob. No había tregua, ahí estaba la "experimental", “Monster Philosophy”, volviendo al nuevo plástico con la AC-DCiana "No Doubt About It" con más coros vibrantes y un solo de batería incluido. Muy cómico fue cuando Jesper incitaba al público a gritar algo así como “Hey Laust Kill That Drums”, pero lo bueno llego cuando intentó traducirlo en castellano y le salió “Mata Al Baterista”, vaya risas.

Los bises llegaban con "Bad Craziness", que el respetable cantó con la banda, pocas presentaciones necesitaba "Sleeping My Day Away", posiblemente su tema más popular. Los hermanos Binzer salían solos al escenario con guitarras acuáticas para afrontar una íntima “Laugh ‘n’ a ½”. El final llegaba con “It´s After Dark”, que fue in crescendo, perfecto cierre para un emotivo concierto. Tanto para los fans más fieles, como para los que como yo, les veían por primera vez, fue una gran actuación que en mi caso sobrepasó todas las expectativas. Muy grandes, muy profesionales, 30 años de carrera concentrados en hora y media de concierto.

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