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Martes, Noviembre 05, 2024

hughes

El hilo conductor quedó tendido entre un veinteañero y un sesentón con una misma pasión: la música.

JJN

¿Cuántas veces te has sentido ante la disyuntiva de ir o no ir a un concierto? Así me sentía yo el sábado, pero el hecho de haber quedado con Luis Delgado y un numeroso grupos de amigos del Clube Adictos a Deep Purple, y saber que Nuria viajaba desde Murcia con su novio para ver a Glenn Hughes y a la joven promesa Jared James Nichols (eso de lo de “joven promesa” me hacía sentir cierta repulsión, pensando en un engreído guitarrista cargado de ego, cuanto error), me hizo acercarme a la Sala Arena.

Al salir del metro una molesta lluvia fina me esperaba, haciendo el camino más pesado todavía. Por suerte, tan pronto entramos a la calle Princesa, allí estaban los miembros del Clube bromeando y pasándoselo bien, después de haber comido opíparamente y haber bebido cerveza en una taberna irlandesa cerca de Sol.

¡Y entramos a la Sala! Y yo con un mal presentimiento que se borró tan pronto salió la banda de JJN y salieron los primeros acordes de su guitarra. ¡Entonces supe por qué Glenn Hughes lo había escogido como telonero! Les cuento.

JJN

Ante una sala llena abrieron con “Blackfoot”, y la energía comenzó a brotar, llenando poco a poco la sala, sin pausas. Atacaron con la ligera “Get Down”. Luego de decirnos “de puta madre”, embistieron con la pesada “Crazy” y ya estaba toda la sala a sus pies. ¿Cómo podríamos definir el momento? Simplemente gritando “¡cojones!” ¡Qué clase de canción!, ¡Qué energía!, ¡Qué poder!

Hasta ahora, las composiciones que tocaban eran de su disco del 2015, Old Glory and the Wild Revival, que te recomendamos fehacientemente si es que te gusta la música fuerte cargada de sentimientos, (y, tócalo a todo volumen para que sientas la magia), pasando por “Haywire” con la entrada de bajo a cargo de Dennis Holm. Llegó el turno a la primera versión que fue nada menos que del clásico “Rock & Roll Hoochie Koo”, que nos acabó de partir el corazón. ¡Qué versión más cruda! Omitió los coros del estribillo, resultando en una interpretación mucho más fuerte. Pensamos cómo sería verla tocada por Rick Derringer y Edgar Winter hace cuarenta años. Una canción que no pierde ni un ápice de energía a pesar de que fue compuesta en 1973. ¡Y después me hablan de “Yesterday”! No hay color.


El escenario estaba en llamas y la banda seguía desgranando ese poder cautivador. Volvieron al Old Glory… con “Can You Feel It?”,  invitándonos a corear el “don´t you need it, baby can you feel it…”, para seguir con una segunda versión, esta vez el “Come On in My Kitchen” de Robert Johnson, y luego “Playing for Keeps” con abierta improvisación que terminó con los riffs de “Miss You” de Rolling Stones y “Norwegian Wood” de Beatles.

La banda sonaba como pudo haber sido Ted Nugent en 1978, Trapeze en 1973 e incluso Metallica diez años más tarde (antes de perder la crudeza de su música). La Gibson de Jared no paraba de soltar notas y acordes. Sonido potente con una batería retumbante y un bajo tan veloz como la propia guitarra.

JJN

El bis fue otro de los clásicos de siempre, “Mississippi Queen” de Mountain. Si Leslie West la escuchara, se sentiría orgulloso de esta interpretación. Ya no había que preguntarle a Glenn Hughes por qué escogió a un joven de Wisconsin para que les abriera los conciertos, sino más bien como se atrevió  a hacerlo, viendo como estos chicos dejaron el escenario hecho cenizas con su actuación de alto octanaje. Jared terminó lanzándose al público, caminando entre nosotros y saludando a todos hasta llegar al stand donde estaba el merchandising, que por la cantidad de gente que había esperándolo, espero que haya vendido todos los discos, que se lo merece. Este salvaje debió haber nacido en los sesenta. Nos dejó con el corazón acelerado y los ojos húmedos. ¡qué conciertazo!

Pocos minutos después salía Glenn Hughes, también en formato trío, con Doug Aldrich, otro hacha con un estilo totalmente diferente de tocar las seis cuerdas y el sueco Pontus Engborg tras los tambores, bastante encajonado entre los tres amplificadores Orange de Hughes y los dos Marshall de Aldrich. Arrancaron con “Stormbringer”, que después de tales teloneros había que entrar a por todos nosotros: Glenn cantando igual que el primer día (una voz que Dios le dio y no se atreverá a quitarle jamas) y Doug explayado con la guitarra.  

Después de una rítmica “Orion”, el bajista regreso a su pasado para tocar “Way Back to the Bone” de Trapeze, recordando a Mel Galley, “First Step of Love” de su aventura con Hughes/Thrall en 1982 y vuelta a Trapeze con “Touch My Life”.

Aun con una larga trayectoria y muchos grupos tras sus espaldas, Glenn sabe que sus tres discos con Deep Purple lo convirtieron en una figura pública, así que continuó recordando el legado con “Sail Away”, una canción que está muy alejada de lo que era DP incluso en aquellos tiempos y, asombrosamente, hacer una versión del “Good to Be Bad” de Whitesnake, con la justificación de que Doug Aldrich compuso la canción, y a propósito contarnos que la esposa del rubio está embarazada.

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El guitarrista dio inicio a un solo bastante aburrido. No es que Doug sea malo, pero a estas alturas un solo de guitarra  tiene que ser o muy técnico o muy emotivo, y este no clasificó en ninguna de las categorías mencionadas. Dio paso a “Mistreated” y luego a “Can't Stop the Flood”, para retomar de nuevo otro solo de guitarra respaldado por Pontus. Cuando el guitarrista se retiró, Engborg lo continuó, que también pudieron haber omitido. Si es para darle un descanso a Hughes, es preferible alargar las composiciones intercalando el virtuosismo.

La banda retomó el escenario para tocar la primera canción que Hughes compuso para Black Country Communion, “One Last Soul” y volver al Soul Mover con la canción titulo.  Retirada y bises, también de BCC, “Black Country”, cerrando por todo lo alto con “Burn” y la audiencia dejándose la garganta en el estribillo. 


¿Cuántas veces te has arrepentido de no haber ido a un concierto? Yo siempre lo hago. Por eso, por muchas dudas que tenga, siempre salgo a encontrar la música en directo. Todavía no me he arrepentido, y mucho menos esta noche. El hilo conductor quedó tendido entre un veinteañero y un sesentón con una misma pasión: la música.

 

Categoría: Crónicas

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