¿Quien se imaginaba que sería tan apoteosico esta interpretación de un clásico del rock progresivo, la música clásica y el heavy metal?

Para celebrar los 10 000 programas de Discópolis, que se emiten durante toda la semana en Radio 3 desde hace 31 años, su presentador José Miguel López recibió el regalo de trasmitir en directo el Concierto para Grupo y Orquesta de Jon Lord que grabara Deep Purple en 1969, estrenando a Ian Guillan como vocalista. No sé de quién fue la idea, pero fue genial. ¿Sería de la Asociación de Amigos de la Musica de Yecla?

Los que no pudieron estar en el Royal Albert Hall en 1969 viendo a Malcolm Arnold dirigir la Orquesta Filarmónica Real, o en su edición más reciente dirigida por Paul Mann  ante la Royal Liverpool Philharmonic Orchestra, que éramos la inmensa mayoría para no decir todos, tendríamos la oportunidad de escuchar esta obra interpretada por la Banda Sinfónica de Yecla, dirigida por Ángel Hernández Azorín y con un grupo de rock donde destacaría, o al menos eso pensamos, el espectacular guitarrista Juan Saurín.

Y por qué digo lo de “al menos eso pensamos”. Porque luego vimos que el resto de la banda también tiene un altísimo nivel, y el vocalista Alberto Scarlatta maneja una técnica y registro impresionantes. ¿Qué no se parece a Ian Gillan? Espero que nadie se lo haya cuestionado, ¡claro que no! ¿Para qué querer un clon de Gillan si hemos disfrutado durante décadas del original?

“Just in time” comenzó el espectáculo. Era una emisión en directo pero no desde una cabina de radio sino desde un teatro lleno total. José Migue López hizo la introducción, dio un preámbulo, y presento a los primeros invitados de la noche: los peculiares músicos Javier Bergia y Begoña Olavide, interpretando su disco, Burlesco, que nada tiene que ver con el rock, y por eso no nos extendemos más.

La segunda parte sería el plato fuerte, y mientras los músicos iban tomando sus posiciones, el presentador de Discopolis daba los agradecimientos e intervenía para contar anécdotas y hacer historias.

Durante muchos años no me gustó este disco. Siempre pensé que el engarce entre orquesta y grupo no estaba muy logrado durante el primer movimiento, sin saber que había sido escrita así a propósito. El segundo movimiento me resultaba muy suave para mi espíritu metalero, y casi no podía llegar al tercero. Pero ese mismo día escuché detenidamente la versión de 2012 que fue la que dirigió Paul Mann, con músicos de la talla de Bruce Dickinson, Steve Morse, Jon Lord o Joe Bonamassa, y me reconcilié totalmente con la obra. ¡Estaba preparado para disfrutar, estaba maduro, estaba listo!

Aun así, escuchar en directo la entrada del primer movimiento me convenció una vez más que ninguna grabación podrá sustituir la magina del directo. La versión interpretada fue la que recopiló el holandés Jos Van de Brook en 2010, y pronto se sintieron las diferencias tanto con la de Paul Mann como la de Malcolm Arnold. Aun así y no a pesar de ello, el director  Ángel Hernández fue respetuoso con el original manteniendo los tiempos, y la banda también.

Resultó muy interesante escuchar los pasajes interpretados por Juan Saurín, quien respetó las notas compuestas para Ritchie Blackmore, pero tocadas con guitarras de almas diferentes, y algo más metaleras. La parte bluesera del segundo movimiento me recordó mucho más a la grabada por Bonamassa que a la de “Man in black”, lo cual agradecí.

Magnifico desempeño el del tecladista Elías Rodríguez Azorín, y aunque me hubiera gustado que el batería Antonio Lajara se hubiera “despeinado un poco más en la entrada del tercer movimiento, su ejecución también fue fiel a lo ya conocido.

Ramiro Martínez bordó las notas de Roger Glover y cuando ya todos penábamos que habíamos llegado al paraíso, entró el segundo movimiento y con el Alberto Scarlatta. Un momento de recelo, sabiendo que los originales son vocalistas de excepcional talento, pero Scarlatta supo afrontar la situación y salir airoso.

Terminado el programa, el presentador de Discopolis salió a despedir la trasmisión, pero la actuación continuó. La banda de Juan Saurín atacó con una versión bastante metalera de “Highway Star” donde sentí en el alma que Elías se hubiera levantado del teclado y no hiciera sus partes, que fueron hechas por la guitarra, y como bis final, tocaron de nuevo el segundo movimiento del Concierto.

Fue una de esas noches que no olvidaré. Jamás pensé en mi vida que tendría la suerte de ver este concierto. Cuando veas el video escucharas que los entrevistados al final todos coinciden en una afirmación rotunda: “¡Una pasada!”

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