Primer disco de Rick Wakeman que reseñamos en nuestra y eso que se trata de un teclista que seguimos desde hace décadas y siempre que hemos podido verlo en directo lo hemos hecho. Poco más de setenta años y este es el disco 122 de su discografía en solitario sin contar los discos con Yes y las colaboraciones con otras bandas desde las míticas grabaciones con Black Sabbath y David Bowie hasta bandas menos conocidas como Ajalon o Leon Alvarado.

Un músico de buen talante dispuesto siempre a colaborar y recuerdo la anécdota de su colaboración en el Sabbath Bloody Sabbath que cobró, según cuenta la leyenda, dejando que la banda pagara todo lo que se pudiera beber durante la sesión y en una invitación posterior al pub de la zona. Con historias como esa queda claro que se trata de una persona más interesada en su arte que en su bolsillo, y que a su edad va a seguir haciendo lo que le venga en gana.

“The Red Planet” no es el disco que te va a abrir el camino hacia la discografía de Wakeman, para eso mejor pon rumbo al “Journey to the Centre of the Earth” o “The Myths & Legends of King Arthur & The Knights of the Round Table”. Asumimos que esta reseña es para los que lo conocen en cierta medida. Y si es asi, sabrás de que va este disco.

Ahora con sus amigos de The English Rock Ensemble regresan al progresivo con este disco. Ocho canciones con títulos alegóricos al planeta Marte que a algunos les recordará y hasta lo verán como un regreso a su primer disco, “The Six Wives of Henry VIII” o “Criminal Records”, donde las canciones con un fuerte componente de teclado iban girando sobre un tema específico. Aquí también da oportunidad a sus acompañantes, que no por gusto están el guitarrista Dave Colquhoun quien para “The North Plain” hace un solo apabullante, sino también la sección rítmica con Lee Pomeroy quien da mucho ritmo al disco y Ash Soan quien es desafortunadamente quien menos muestra su virtuosismo. Tal parece que, al escribir las canciones, Wakeman ya estableció con los teclados el ritmo de la batería coartando la posibilidad de Ash se desmadrara un poco, manteniéndolo en una posición discreta de la que solo sale en algunas entradas de canciones para luego retomar el ritmo.

Un disco para deleitar los oídos con melodías agradables y algunas algo complejas. Los fans a muerte encontraran en “Pavonis Mons” algunas notas del solo de “Arthur” hecho en 1975, pero estoy seguro que ni el propio Wakeman está al tanto de ello, o se trata de una secuencia de notas muy efectiva que lo definen. Hay piezas más bucólicas como “South Pole” y otras más enérgicas como “Arsia Mons” y “Olympus Mons”.

Las primeras 1,000 unidades del vinilo están firmadas y numeradas y con una carátula especial. Las primeras 2,000 unidades del CD también están firmadas y numeradas con una carátula especial.  Un disco para amantes del progresivo, de la música de Rick Wakeman y Yes y de la buena música en general.