Martes 28 de junio de 2022
Sala Santana 27, Bilbao.

El pasado martes 28 de junio tuvimos la oportunidad de ver a los galeses Bullet For My Valentine en la sala Santana 27, venían de camino al Resurrection Fest y se hacían acompañar por el trío neozelandés, Alien Weaponry, por desgracia un par de días antes se cayeron los canadienses Spiritbox, una pena porque me apetecía un mundo verles en directo.

Al llegar a la sala nos sorprendimos por la extensa fila que había para entrar, siendo un martes el público respondió. Se veían muchas camisetas de los BFMV entre los presentes, una audiencia muy del Resu, que venía con ganas de disfrutar este concierto daba igual que fuera martes.

Comenzaron los jóvenes neozelandeses Alien Weaponry con su groove metal tribal, me habían hablado muy bien de su directo en una edición anterior del Resu. Sonaba una intro selvática y arrancaban con “Hatupatu” del nuevo LP 'Tangaroa' editado el pasado 2021, seguida de “Holding My Breath”, del anterior disco. Sonido bastante bueno para ser teloneros,

El guitarrista-vocalista, Lewis de Jong saluda al público y presenta "Tangaroa", mientras su hermano Henry de Jong (batería) le apoya en los coros junto al "nuevo" bajista Tūranga Morgan-Edmonds, que está con ellos desde 2020. El tatuado bajista comentó que era la primera vez que estaba en nuestro país y en Europa, que era un hermoso país, con preciosos paisajes, deliciosa comida y gente maravillosa.

Despacharon un par de temas nuevos más, "Buried Underground" y "Ahi Kā", ante un entregado público que tenía ganas de juerga y se pegaron unos cuantos bailes, en un mosh pit que no tuvieron ni que solicitar. Su sonido puede recordar por momentos a Soulfly, pero su punto de exotismo viene dado por las letras cantadas en maorí. Para el final dejaron un par de canciones bastante conocidas de su primer trabajo, hablo de "Ru Ana Te Whenua” y “Kai Tangata”.

Una actuación correcta, tampoco es para tirar cohetes. Su groove metal después de unos cuantos temas se te puede hacer bola. Una fórmula un tanto predecible. Pero juventud y ganas ya tienen.

Momento de cambios en el escenario que se transformó con una amplia hilera de bafles con luces encima y dentro que dieron bastante juego. Los británicos se subían al escenario para descargar lo más granado de su repertorio en una hora y 5 minutos de actuación. Temazo tras temazo. No hicieron falta arengas ni invitaciones a cantar con ellos. Desde los primeros acordes el público se entregó a sus ídolos y se dejó llevar en un concierto muy completo de los BFMV. De esos que se recuerdan mucho tiempo.

Salieron a matar desde el principio, actitud a tope, siendo una hora de concierto había que darlo todo, ¿no?.

Fue una velada muy fluida, desde los primeros redobles del tema de apertura, “Your Betrayal”, seguida de la no menos contundente, "Waking the Demon", que termino de enloquecer a sus fans más bailongos. Un sonriente Matt Tuck comando sus huestes navegando entre melodías dulzonas y partes contundentes. Ahí sonaban "Piece Of Me" y la imponente "Knives", aplastante pieza en la que muestran todo sus talentos. Groove a tope que puede recordar a Machine Head. Para volver a su material de hace una década con "The Last Fight", otra con estribillo adictivo y coros a cargo del bajista.

Los coros seguían en “You Want a Battle? (Here´s a War)”, toda una declaración, melodías a cascoporro y otro estribillo pegadizo. Sin apenas tiempo de asimilarla, llegaba la hermosa “All These Things I Hate”, con un Matt Tuckmuy acertado con las voces. Sin duda uno de los momentos más chulos del bolo.

Me encantó escuchar el medio tiempo "Rainbow Veins", del nuevo álbum homónimo, con esa parte central gruesa. Un respiro y sonaba “4 Words To Choke Upon”, que por supuesto fue bien recibida y cantada como merecía. No lo he mencionado antes, pero me flipa el ímpetu con el que le pega el batería, Jason Bowld. Pusieron a saltar al personal con "Over It", con Michael Paget acercándose al borde del escenario, sonriendo y despachando alguno de sus solos.

Vuelta al material más actual con la contundente, “Shatter”, riff masivo y punch letal. Impresionante como suena en vivo esta canción. Tras la cual salieron del escenario en un típico movimiento que comprendo en conciertos más extensos o "normales" en cuanto a duración. Teniendo en cuenta que solo tocaban una hora, lo suyo hubiese sido que aprovecharan a tope los minutos sobre el escenario. El caso es que volvieron al minuto y medio y llegaba el clímax absoluto con "Tears Don't Fall", que sabedores de que el final era inminente, disfrutamos a tope. Coreada hasta desgañitarse y mosh pit mediante.

El final llegaba con “Scream Aim Fire”, Matt se descolgaba la guitarra y se la pasaba a un espontáneo del público que se subió y toco con la banda en una experiencia que seguro recordara toda su vida. Un final de fiesta por todo lo alto. Breve pero muy completo. Que vengan más como este.

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