28 septiembre 2014
Sala Sonora, Erandio.
Verdaderamente afilado sería lo vivido en la Sonora de Erandio, el pasado domingo veintiocho de Septiembre. Tres formaciones de espíritu semejante, unos alemanes, otros canadienses y unos suecos finalmente, tomarían el pueblo a base de incontestable ortodoxia metálica. Poco importaría que la ceremonia cayese en domingo, o que los días anteriores, se hubiesen venido celebrando cantidad de conciertos por la zona. La pureza estilística tendría recompensa en esta ocasión.
Desde el primer momento ya se pudo apreciar una entrada más que aceptable, con bastante más gente que la última vez que nos dejamos caer por la Sonora, y el humo recibiéndonos al poco de haber llegado al recinto. La actuación de Stallion andaba en sus momentos cruciales, enfilando los últimos cortes que zanjarían su primera comparecencia, por tierras vascas.
Los alemanes se estaban mostrando resolutivos, luciendo desparpajo y frescura, a pesar de lo clásico que sonaba lo que interpretaban. Tomaban la zona delantera del escenario, al tiempo que desplegaban ilusión juvenil con cada riff que parián. Practicaban entre tanto, un vigorizante Metal ochentero de tintes germánicos, en el que no se ocultaban las evidentes influencias bajo las que todo florecía.
Dejarían paso a Striker con su versión de Rock Goddess, "Heavy Metal Rock 'n Roll", y con su oportuno homenaje al "Canadian Steel". Perfecto prolegómeno sería sin duda, para la esperada actuación de los de Edmonton, quienes saltarían con el cuchillo en los dientes sobre las tablas de la Sonora, sonriendo ante todos y cada uno de los que allí nos encontrábamos, pero exprimiendo al máximo las posibilidades que su propuesta les permitía.
Los creadores del celebérrimo Armed to the Teeth, tardarían medio minuto en hacerse con el recinto, hilvanando melodías contagiosas, mientras clavaban poses de videoclip cervecero. Su entrega y dinamismo, eran tal y como nos habíamos imaginado antes de presenciarles. Son simple y llanamente, una formación que derrocha impacto instantáneo, sabe como componer pequeños clásicos irrelevantes y se nota que ha pasado muchas horas pinchando los viejos vinilos de Sword y Fifth Angel.
Suministrarían Power Metal ochentero de perfecta factura, sobre los animados Metalheads presentes, sin pararse a medir las consecuencias ni ponerse a especular con el desarrollo. A piñón, cuesta abajo y sin frenos sería la experiencia de los canadienses. Tan speedica y emotiva que se nos pasaría en un abrir y cerrar de ojos. Atrás quedarían momentazos como “Fight For Your Life” o “City of Gold”, amen de su impepinable final con “Full Speed or No Speed”. Se zanjaría de esta manera, una comparecencia que difícilmente podría superarse en lo que restaba de noche.
Para intentarlo sin embargo, andaban por allí los suecos Bullet, una formación que está ascendiendo laboriosamente en el escalafón y que no enmascara sus aspiraciones por acabar en primera división. Contando con pelotazos tan pegadizos como “Rolling Home” o “Dusk Till Dawn”, considero que tienen motivos evidentes como para codearse con los notables del género. Con esas miras plantearían un show ambicioso, a pesar de la aparente humildad de la gira en sí.
Con una piedra para afilar cuchillos de carnicero, con la que ponerse a echar chispas desde la inicial “Storm Of Blades”, una marioneta que aparecía presentando uno de los cortes desde el fondo de un Marshall supuestamente reventado, o un nazareno hercúleo, que iluminaba la estancia golpeando su maza sobre un yunque de cartón-piedra, los Bullet ofrecerían un poquito más que lo que sus cortes mostraban por sí mismos.
En los estrictamente musical andarían correctos y excesivamente pausados, tal vez demasiado conscientes de su papel como cabezas de cartel. Haciéndonos canturrear un poco más de lo necesario y parando el concierto alguna vez más de lo que hubiese sido deseable. En el lado positivo hay que afirmar, que conectarían certeramente con el público que nos arremolinábamos en la Sonora, con esas líneas heredadas de Accept y esos ritmos que AC/DC hubiesen podido firmar hace décadas, los Bullet convencían por su propio peso.
Su pareja de guitarras volvió a demostrar lo bonito y lucido que siguen quedando los punteos doblados, cuando se dosifican con gusto. El peculiar Hell Hofer con su capa y sus pintas extravagantes, sería una vez más un maestro de ceremonias correcto, sabedor de que el verdadero gancho de la bala, recae sobre sus duelos a las seis cuerdas. Todo en cualquier caso, resultaría supeditado al conjunto, desde el mismo inicio coral, hasta el inequívoco final en el que, como ya es costumbre, voltearon los mástiles para que se leyese “BITE THE BULLET”. El único final posible sin duda, montados sobre una bala de cruzadas y neón fosforito.
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