Tracklist:
01. Delusions Of Saviour 1:55
02. Repentless 3:19
03. Take Control 3:13
04. Vices 3:32
05. Cast The First Stone 3:43
06. When The Stillness Comes 4:20
07. Chasing Death 3:44
08. Implode 3:49
09. Piano Wire 2:48
10. Atrocity Vendor 2:54
11. You Against You 4:20
12. Pride In Prejudice 4:13
Los Slayer acaban de sacar este disco que nos ocupa hoy, titulado "Repentless". Banda icónica, sin dudas los más punkeros entre los grandes del thrash, no necesitan presentación alguna. Esta vez, sin embargo, el nuevo disco sale después de una serie de acontecimientos desagradables y de algunos cambios fundamentales tanto en la banda como en su entorno.
Para empezar, Dave Lombardo, el talentoso baterista cubano y fundador de la agrupación, se largó de Slayer aparentemente por problemas relacionados con su contrato. Fue reemplazado por Paul Bostaph, que ya había tocado con Slayer entre 1992 y el 2001 y participado en la grabación de tres álbumes. Bostaph es un músico de calibre, pero no un virtuoso como Lombardo.
Por otra parte, Jeff Hanneman, guitarrista y fuerza creativa central de los super-thrashers, luego de una picadura de araña que lo obligó a tomar un descanso, jamás pudo regresar al camino debido a complicaciones causadas por su alcoholismo crónico, las cuales terminaron por conducirlo a la tumba. Su posición fue cubierta por el competentísimo Gary Holt, guitarrista de Exodus, que aunque técnicamente es superior a Hanneman, su aporte como autor y su encaje estilístico con Slayer todavía están por verse.
Así las cosas, la banda termina su contrato con la discográfica American, con la cual estaban desde 1986, y decide firmar con Nuclear Blast. Además, Rick Rubin desaparece del panorama como productor o como productor ejecutivo, roles que fungía desde el esencial "Reign In Blood" (1986) hasta el muy sólido "World Painted Blood" (2009).
La obra resultante de todos estos cambios tumultuosos, o quizás simplemente el disco que Slayer debía hacer a pesar de ellos, es este "Repentless".
El sencillo que le da título a la entrega hace rato ya que anda dando vueltas por ahí y es un tema eficaz, que se vuelve aún más atractivo cuando se le añade la intro "Delusions Of Savior". Es una de esas canciones que te compulsan a cabecear y que tienen la firma de Slayer bien grabada por todas partes. ¡Excelente!
Agradable es ver también que hay notables diferencias entre todas las pistas de este disco, porque confieso que tiendo a encontrar demasiado homogéneos los álbumes de este grupo; pero si algo este tiene de bueno es que es bastante variado para los estándares del cuarteto. Los frenéticos "Take Control" y "Atrocity Vendor", y en cierta medida "Implode" (que también hace rato que andaba por ahí), traen a la palestra lo mejor del speed; mientras que otros como "Vices" y "You Against You" machacan más con sus riffs un poco más pesados, en la vena del siempre clásico Slayer.
Mención aparte merece "Piano Wire", el único escrito por Jeff Hanneman aquí, que es probablemente uno de los mejores del disco, con un riff thrashero sencillamente espectacular. Tom Araya se luce especialmente en este, con esa voz peculiar que él tiene, la cual le impregna mucha personalidad al tema. De hecho, Araya suena en este álbum extremadamente bien, como si su voz hubiese rejuvenecido. ¡Me quito el sombrero ante él!
Otro tema digno de señalar es "When The Stillness Comes", que parece salido de un disco de Doom, o de un acetato de Mercyful Fate. No creo que el fan promedio de Slayer lo aprecie de la misma manera que yo lo aprecio, pero debo confesar que es el gancho que me ató a este disco durante mi primera escucha. Amenazador y misterioso, es un cambio de bola necesario y debo darle créditos al productor probablemente, Terry Date, por esta bien colocada pieza en el marco de la entrega en general. Captó mi atención y me mantuvo alerta para apreciar mejor, y positivamente, todo lo que sonoramente le sucedió.
Para resumir, este es un excelente disco. Por supuesto, Slayer tiene muy poco nuevo que decir. Es una banda de emoción, no de cerebro. Cuando sacan una placa o suben a la escena, salen a cortar cabezas, no precisamente a hacer arte. Paul Bostaph hace un trabajo encomiable. A pesar que tiende a precipitar o amontonar sus doble-bajos, es un baterista tremendo, que pertenece legítimamente al linaje de la banda. Gary Holt por su parte se integra bien a este contexto menos estructurado que su habitual Exodus, y aunque sus solos suenan más disciplinados que los de King (o los de Hanneman), no desentonan con el carácter más punk del entorno. Conclusión: disco definitivamente a escuchar repetidas veces, aunque no innove. Si te gusta el thrash intenso y de buena calidad, bien producido y bien ejecutado y totalmente en línea con el sello estilístico de estos maestros, no lo pases por alto. Merece la pena... y cuatro bien sólidas y cabeceantes estrellotas. ¡Bravo por los Slayers!
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