29 de Noviembre 2015
Sala Stage Live, Bilbao.
La regeneración que esta produciéndose dentro del Metal clásico en los últimos años, tiene en Battle Beast a uno de sus principales referentes. Su propuesta ha calado con firmeza entre los fans más puristas del estilo y sus premeditados aires contemporáneos, les sitúan a las puertas de convertirse en la próxima gran banda para masas metálico-inofensivas. De esas que gustan de escuchar guitarrazos y ritmos pesadotes, pero tampoco están como para que les mareen con inventos abracadabrantes. De los que gustan de recordar a los mejores Accept, al tiempo que botan como si estuviesen en la fiesta de sus vidas.
La reciente visita de los fineses por tierras vascas, ratificaría la sensación que acabamos de apuntar, con una sala repleta esperándoles, como si fuesen mucho más ilustres de lo que sus gestas atesoran. Tendrían que oficiar sin embargo, desde un escenario bastante menos digno de lo esperado, ya que la Stage Live decidió en última instancia, habilitar la sala principal para una fiesta casposa, y dejar de esta manera, relegado el bolo a un segundo habitáculo, mucho más canijo y miserable. Esto marcaría la comparecencia para un gran numero de asistentes, los cuales las pasarían canutas para coger sitio en tan pequeño gallinero, a pesar de lo bien que se lo pudiesen estar pasando por lo bajini.
Comenzarían alumbrados por unas exiguas luces de discoteca, The Order of Chaos, una joven formación con fémina al frente, que trazaría medía hora de Heavy Metal inapelable. Lo suyo sería invocar los tiempos de Warlock, emulando todos los clichés que podemos nombrar de carrerilla, cuando nos imaginamos este tipo de formaciones. Protagonismo absoluto de la frontwoman, Amanda, quien también milita en Into Eternity, y acabaría destapándose en el pequeño hueco que la dejaron, como un autentico huracán de falda escocesa. Potente voz y tablas bastante superiores a las que mostraron sus compañeros, la hicieron sobresalir por encima de los propios temas que la formación iba desenvainando. No sería raro, que la acabasen fichando para algún conjunto de mayor enjundia, en un futuro no muy lejano.
Los siguientes grumetes con el encargo de hacernos olvidar el frio y las estrecheces de la mini Stage Live, serían los metálicos Alpha Tiger, un combo que cuenta con tres álbumes en su haber, y que saltaría sobre el pequeño escenario con la pasión propia de quien tiene al mundo por almuerzo. Su repertorio sería mayoritariamente veloz, enérgico y olvidable, con una puesta en escena en la que las chupas de cuero, se darían la mano con las pantalonetas de andar por casa, y los temas memorables, brillarían por su ausencia se mirase por donde se mirase. La entrega sería en cualquier caso su punto fuerte, supliendo con ilusión, lo que no llegarían a ganarse por otro lado. Mención especial se llevaría su meritoria versión del “Flight of the Warrior” de Riot -en la que más de uno nos acordaríamos con tristeza del caído Mark Reale-y su épico final poniendo a la gente a cantar, con su hit personal “We Won´t Take It Anymore”.
Alpha Tiger |
Alpha Tiger |
Llegaría por fin la intro de rigor anunciándonos la llegada de la bestia de batalla. “Far, Far Away” sería la escogida para comenzar el fiestón acordado, aunque sería con “I Want The World”, con la que podríamos prever los niveles de excitación que acabaríamos alcanzando. Noora se desgañitaba como una diosa del metal postmoderna, ahora salvaje, ahora melodiosa, llevando la batuta por completo de la actuación entera, y dándole un plus de calidad absoluto a sus compañeros. Sobre ella recaerían todas las miradas en lo que nos lo pasábamos teta botando al ritmo de “Out on the Streets”, o “Into The Heart Of Danger”.
En primera persona disfrutaríamos las embestidas que nos planteaba “Let it Roar”, sin dejar de admirar lo muchísimo que nos venían a la cabeza los tiempos más popis de Gamma Ray, ni dejar de percatarnos sobre lo discotequera que retumbaba la base rítmica cuando se afrontaba a dos pasos. Similar sensación palparíamos en “Neuromancer”, en la que también advertiríamos como la mayor parte del tiempo, el teclado se situaba en primer término, frente al guitarra, formando una extraña estampa para lo que el Heavy clásico nos suele acostumbrar. Lo simbólico que residiría detrás de esta puesta en escena, marcaría la mayor parte del concierto que estábamos presenciando.
Battle Beast son un divertimento perfectamente edificado, con unos músicos empeñados en conseguir el disfrute del público asistente. Su vocación de atentos anfitriones, les lleva a rellenar cualquier pequeño hueco en el que Noora descansa para coger aliento, con solos, chascarrillos o simplemente gracietas como la de trincarse una garimba entera de un trago, mientras ejecutan la musiquilla de la Guerra de las Galaxias. Un tono absolutamente relajado conseguirían con estas chanantes prácticas, por mucho que les restase seriedad por el camino.
Tampoco es que pudiéramos tomarnos demasiado a pecho los ramalazos punchetas que encerraba "Touch Me in The Night", ya que la Stage Live se convertiría al son de la mencionada pieza, en una autentica sala de variedades casposa. El cuadro sería digno de ver, tan hortera como una despedida de solteros con disfraces absurdos, pero inevitablemente contagioso, por lo pegajoso del ritmillo que los altavoces escupían. Nos acordaríamos de David Hasselhoff y de Kung Fury en esos compases y aun no se si para bien, o para mal.
No se guardarían sin embargo, en ningún momento sus armas de impacto frontal, continuando con la presentación del "Unholy Savior" a través del corte homónimo y dándole descanso a las cabalgadas, por medio de “Sea Of Dreams”, emotivo momento este, en el que Noora volvería a lucirse sin contemplaciones. Sería en cualquier caso, durante los breves recuerdos a su primer Steel, cuando la formación reventaría con suficiencia el garito, mostrándose como unos dignos herederos de Accept, sin tanta zarandaja bailoteable, apretando los dientes al tiempo que lanzaban sobre nosotros “Iron Hand”, “Show Me How To Die” y sobre todo, “Enter the Metal World”. Dejarían todo ventilado y hasta se permitirían regresar con el “Out of Control” en plan triunfal. Justamente merecido, sobra decir.