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Jueves, Noviembre 21, 2024
"Una noche con Bruce Dickinson".
Si uno fuera a buscar al hombre renacentista moderno por excelencia, no tendríamos que buscar más allá del legendario líder de Iron Maiden, Bruce Dickinson. A lo largo de los años, ha recibido una serie de elogios que son difíciles de entender (honestamente, sentimos como si hubiera vivido 9 o 10 vidas en una sola). Uno de los vocalistas de heavy metal más aclamados en la historia del género, piloto comercial y director de marketing, esgrimista de nivel olímpico, novelista publicado, DJ de radio, cervecero, guionista consumado, veterano militar y, por supuesto, un animador increíble.
Su talento como intérprete no se limita a los escenarios principales en los festivales de metal, su inconfundible presencia en el escenario está empapada del esplendor de la pirotecnia y los vítores estridentes. Sin duda sus variadas experiencias de vida le han dado infinidad de historias que contar, y “Una noche con Bruce Dickinson” ha sido la oportunidad de escuchar estas anécdotas en carne propia. Es también la ocasión de ver el lado más suave y humorístico de este artista mientras relata las fábulas de su extraordinaria vida. Algunos incluso se han preguntado si Dickinson perdió su verdadera vocación como comediante mientras teje sus historias, equilibrando la hipérbole y lo imposible con un encanto increíble.
En lugar de un mar de cuernos de diablo esperándolo cuando Dickinson realizó su gira en su debut en América del Norte, fue recibido con risas y aplausos alegres. Su largo viaje actual a través de los Estados Unidos y Canadá comenzó el 17 de enero en Fort Lauderdale, Florida. Al igual que con Iron Maiden en toda su pompa y gloria, esta presentación trajo consigo todas las campanas, aunque de una forma más moderada que su furia metálica habitual. Dickinson subió al escenario simplemente con un gran monitor detrás de él para proporcionar ayudas visuales a su narración, un taburete y una presencia en el escenario que era realmente más grande que la vida.
Su carisma iluminó la sala mientras contaba cada historia, llevando a la audiencia a través del viaje de su vibrante vida. Comenzando con sus aventuras mientras navegaba por el estricto sistema escolar británico, siendo expulsado después de orinar en la sopa del director, engañando a sus maestros para escapar de una nalgada o para no participar en las actividades escolares fingiendo que no podía cantar una sola nota. Risas y vítores espontáneos acompañaron sus divertidos recuerdos, en un viaje al pasado, cuando comenzó a incursionar en bandas locales -una casualmente llamada "Styx"-, cómo le ofrecieron el trabajo de cantante para Samson y cómo durante los siguientes dos años “Hicimos todo lo que se podía haber hecho mal en el negocio de la música, incluido despedir a nuestro manager”. Mientras la pantalla mostraba fotos de archivo de finales de los 70, la multitud aplaudió unánimemente cuando apareció uno de los fallecidos bateristas de Bruce y Maiden, Clive Burr.
Profundizar en su tiempo con Iron Maiden era inevitable, pero Bruce logró trazar por un camino fuera de lo común, recordando momentos ingeniosos de los primeros días. Un par de mis historias favoritas de la noche llegaron cuando describió cómo perdió la paciencia mientras intentaba explicarle a Nicko McBrain (baterista de Iron Maiden) algunas ideas sobre cómo ralentizar su interpretación en una pista y gritar "Steve" pidiendo la ayuda de su compañero de banda en la frustración. Mientras la multitud se echaba a reír, él sonrió y agregó: "Para eso creó Dios a los bajistas". Haciendo un gesto a un collage de él usando cuatro pantalones diferentes en la pantalla, describió cómo se hicieron y luego divulgó cómo para las sesiones de fotos de su álbum en solitario "Balls to Picasso" quería ser fotografiado frente a la pared de un baño. : “Tiene que haber cientos de baños baratos en Londres, sin embargo, EMI (la extinta compañía discográfica) decidió construir una pared de 30,000 libras dentro del estudio para que yo me apoyara para las fotos del álbum, esa es probablemente una de las razones por las que ¡quebró!”, concluyó.
Cada onza de humor y drama se expande para alcanzar el clímax de la historia, y sabiendo perfectamente cómo mantener a la multitud encantada, Dickinson animó incluso a los rostros más estoicos a sonreír y regocijarse. Sumergirse en los temas más sensibles también pareció venirle con facilidad mientras hablaba sobre su tiempo en el tratamiento del cáncer (presentando algunas imágenes en la pantalla, en un par de las cuales su rostro apenas era reconocible) y relatando cómo luchó contra su enfermedad tratando como si fuera un enemigo real y tangible, cómo decidió dejarse crecer la barba durante el tiempo que estaba recibiendo el tratamiento de radiación y cómo, mitad cómico, mitad aterrador, esa barba literalmente se le cayó de la cara un día mientras estaba en tratamiento almorzando en un pub local.
Antes de abandonar el escenario después del primer segmento de la noche, Bruce le explicó que había planeado hacer un estreno teatral en toda regla para el sencillo y el video de Iron Maiden de "The Writing on the Wall" con los efectos de sonido envolvente y "todo el ruido posible", pero como en su momento el Covid-19 detuvo tales planes, se había llevado el video consigo. En ese momento, la pantalla se vio superada por el clip animado masivo y la sala se llenó de ruido para servir como un intermedio estimulante.
La segunda parte del programa demostró que la entrega impecable de Dickinson y una narración impecable no se restringieron a una incursión planificada previamente a través de su pasado. Sosteniendo una lista de preguntas enviadas por la audiencia antes del espectáculo, disparó respuestas con sonrisas y honestidad mientras analizaba una gama de intereses: "¿Le gustaría alguna vez convertirse en chef?" De sus muchas habilidades, esa no es una que planee cultivar. "¿Cuáles son sus álbumes favoritos de Iron Maiden producidos y con qué frecuencia los escucha?" Aunque confesó que no suele volver a escucharlos, la magia de “Powerslave” aún lo deja boquiabierto. “¿La superpotencia del vuelo o la invisibilidad?” El cantante quiere que sus fanáticos sepan que preferiría ser invisible (suponiendo que las condiciones no impliquen una desnudez completa mientras lo hace). “¿Iron Maiden alguna vez interpretará a "Alexander the Great" en vivo?” Se ha discutido, y sucederá, aseguró. "No sabemos exactamente cuándo, porque algunas partes son realmente desafiantes, no sabemos en qué estábamos pensando cuando lo escribimos, pero lo haremos".
Bruce no se inmutó cuando surgieron preguntas más serias, tomándolas con sincera honestidad mientras discutía su diagnóstico de cáncer y el dolor del tratamiento, sin andarse con rodeos mientras detallaba su perspectiva con la enfermedad. La profundidad de su proceso de pensamiento y su clara curiosidad le dieron al vocalista, tan famoso por un papel, mucha profundidad adicional. No solo un líder, sino una persona completa que expone su alma para que todos la vean. En los momentos de mayor empatía con el público hubo puro silencio, todos los asistentes enganchados a cada palabra.
Puntuado con un cierre impertérrito a capella de los primeros versos de "Revelations" de Iron Maiden, plagado de maldiciones y rebosante de corazón, "Una noche con Bruce Dickinson" es la oportunidad de ver al icónico cantante en un entorno familiar como nunca antes. No solo para los fanáticos acérrimos de Iron Maiden, sino simplemente para aquellos que buscan una buena historia narrada por un hombre que ha logrado y sobresalido en casi todo lo imaginable, esta es una noche que no se pueden perder.
If one were to seek out the quintessential modern-day Renaissance man, we’d need to look no further than legendary Iron Maiden’s front-man Bruce Dickinson. Over the years he has borne an array of accolades that are hard to grasp (it honestly feels like he had lived 9 or 10 lives into a single one): one of the most acclaimed heavy metal vocalists in the history of the genre, commercial pilot and marketing director, Olympic level fencer, a published novelist, radio DJ, ale brewery, accomplished scriptwriter, military veteran – and of course, a bloody darn incredible entertainer.
His talent as a performer is not constrained to headlining spots at metal festivals, his unmistakable stage presence soaked in the splendor of pyrotechnics and raucous cheers. Undoubtedly his varied life experiences have given him myriad stories to tell, and “An Evening with Bruce Dickinson” has been the opportunity to hear these anecdotes in the flesh. It is also the occasion to see this artist’s softer, more humorous side as he recounts the fables of his lively and unique life. Some have even been made to wonder if Dickinson missed his true calling as a comedian as he weaves his tales, balancing hyperbole and the impossible with incredible charm.
Rather than a sea of devil horns awaiting him as Dickinson took his tour on its North American debut, he was met with laughter and joyous applause. His current long trek across the United States and Canada began last January 17th in Fort Lauderdale, Florida, on. Just as with Iron Maiden in all of its pomp and glory, this presentation brought all of the bells and whistles along with it, though in a more subdued than his usual metallic fury. Dickinson took to the stage simply with a large monitor behind him to provide visual aids to his narration, a stool chair, and a stage presence that was truly larger than life.
His charisma lit up the room as he told each story, taking the audience through the journey of his vibrant life, starting with his adventures while navigating the strict British school system, getting kicked out after taking a piss in his headmaster’s soup, tricking his teachers to either escape a spanking or to not participate in school activities by pretending he couldn’t sing a single note. Spontaneous laughter and cheers accompanied his amusing recollections, in a trip back memory lane to when he began to dabble with local bands – one coincidentally named “Styx” – , how he was offered the singer’ job for Samson and how during the next two years “we did everything that could have been done wrong in the music business, including firing our manager” As the screen showed archival photos of the late 70s, the crowd unanimously applauded when one of Bruce and Maiden’ late drummer Clive Burr appeared.
Delving into his time with Iron Maiden was inevitable, yet Bruce managed to walk through off-beaten path, remembering witty moments of the early days. A couple of my favorite tales of the evening came when he described losing his patience while trying to explain to Nicko McBrain (Iron Maiden’ drummer) some ideas about slowing down his playing in a track and screaming “Steve!!!” calling for his bandmate’s help in frustration. As the crowd burst in laughs he smiled and added “That’s what God made bass players for!” Gesturing to a collage of him wearing four different trousers on the screen he described how they were made, and went on to divulge how for the photo sessions of his solo album “Balls to Picasso” he wanted to be photographed in front of a toilet wall: “There have to be hundreds of cheap toilet in London, yet EMI (the defunct record company) decided to build a 30,000 pound wall inside of the studio for me to lean against for the album photos, that’ probably one of the reasons they went bankrupt!”, he concluded.
Each ounce of humor and drama swelling to reach the story’s climax, and perfectly knowing how to keep the crowd enchanted, Dickinson encouraged even the most stoic of faces split with smiles and mirth. Diving into the more sensitive subjects also appeared to come to him with ease as he spoke on his time in cancer treatment (presenting some images on the screen, in a couple of which his face was barely recognizable) and recounting how he fought his disease by treating as if it was a real, tangible enemy, how he decided to grow a beard during the time he was receiving the radiation treatment, and how – half comically, half scary – such beard literally fell out from his face one day while he was having lunch at a local pub.
Before leaving the stage after the evening’s first segment, Bruce explained him he had planned to do a full-blown theater premiere for the Iron Maiden’s single and video of “The Writing on the Wall” with the surround effects and “all the bells and whistles”, but since at the time Covid-19 halted such plans, he had brought the video with him. At that point, the screen was overtaken by the massive animated clip, and the hall filled with thunderous audio, a delightful treat to serve as an exhilarating intermission.
The second part of the show proved that Dickinson’s impeccable delivery and flawless storytelling were not constrained to a pre-planned foray through his past. Holding a list of questions submitted by the audience previous to the show, he fired off answers with smiles and honesty as he ran through a gamut of interests: “Would he ever like to become a chef?” Of his many skills, that’s not one he plans to nurture. “What is his favorite produced Iron Maiden albums and how often he listen to them?” Although he confessed that he doesn’t often go back and listen to them, the magic of “Powerslave” still blows him away. “The superpower of flight or invisibility?” The singer would have his fans know that he would much rather be invisible (assuming that the conditions didn’t involve complete nudity while doing so). “Will Iron Maiden ever play "Alexander the Great" live” It's been discussed, and it’ll happen, he assured. “We don’t know exactly when, because some parts are truly challenging, - we don’ know what we were thinking when we wrote it, but we’ll do it”
Bruce didn’t flinch as more serious questions rolled through, taking them with earnest honesty as he discussed his cancer diagnosis and the pain of treatment, not pulling any punches as he detailed his perspective with the disease. The depth of his thought process and clear inquisitiveness gave the vocalist, so famous for one role, so much additional depth. Not just a front-man, but a whole person laying his soul out for all to see. In the moments of greatest empathy with the audience there was pure silence, all in attendance latching on to each and every word.
Punctuated with an undaunted closing a-capella delivery of the first verses of Iron Maiden’s “Revelations”, littered with curses, and overflowing with heart, “An Evening with Bruce Dickinson” is the opportunity to see the iconic singer in a familiar setting like never before. Not only for Iron Maiden die-hard fans but simply for those seeking a good story narrated by a man who has achieved and excelled at almost everything imaginable, this is one evening certainly not to be missed.
Categoría: Crónicas
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