Sala Wurlitzer Ballroom, Madrid. 12 de abril 2022.
Después de haber leído la crónica del concierto de The Riven en Portugalete como teloneros de Dead Lord y haber entrevistado a su guitarrista Arnau para nuestra web, era seguro que estaría en una de las fechas de su extensa gira española como cabezas de cartel. Agradezco la invitación de Ana Laballo, a quien no veía desde antes de la pandemia.
The Riven se presentaban sin teloneros en la Sala Wurlitzer Ballroom de la Calle las Tres Cruces del Centro de Madrid. A pocos pasos de Montera y Callao, en una noche tranquila y bastante desierta teniendo en cuenta el lugar, la única pista del lugar era el sonido apagado que salía por la puerta cuando pasabas frente a la Wurlitzer. Ni siquiera a dos metros podías escuchar algo que te llevara a pensar que detrás de esa entrada resguardada por un portero agradable e informal, un huracán se estaba gestando.
Efectivamente, este concierto de The Riven, primero de las once fechas por la geografía española, mostraba la esencia el rock and roll de toda la vida, aunque lo de ellos se acerca mucho más al hard rock de corte clásico. Una banda joven dándolo todo y creando una energía que los filósofos y científicos quizás no sabrían identificar, pero que los presentes, con menos estudios sabían que es la que produce al arrojo de unos músicos sumados a la respuesta de la audiencia.
Con un lleno superior al cincuenta por ciento de la capacidad de la sala, The Riven arrancaron con “Moving On” para cerrar luego de unas quince canciones. Desde el primer momento pensamos que el protagonismo se lo robaría la vocalista Totta Ekebergh, pero nada más lejos de la realidad. Con la entrada de “Edge of Time” y “Shadow Man” comenzamos a darnos cuenta que la banda llena el escenario mucho más.
Llamó la atención el vestuario que, podríamos decir que tiene su toque de elegancia. Arnau Díaz iba vestido de rojo a la derecha y Joakim Sandegard iba totalmente de blanco a la izquierda, creando un contraste de colores. Entre medias, el bajista Max Ternebring iba vestido con camiseta bajo camisa y Totta llevaba una chaqueta plateada y ajustado pantalón de cuero. El más "de calle" era el batería Jussi Kalla con chaqueta vaquera.
Cada canción fue presentada por Totta con más o menos brevedad según lo pidiera la situación, y al comenzar “On Time”, seguida por “Blackbird” y “The Serpent” nos dimos cuenta que si bien Arnau desprende toneladas de energía, el aparentemente tranquilo Joakim iba cargándose de electricidad para responder con renovadas dosis de fuerza, alternando algunos solos con Arnau y haciéndose cargo de otros.
Totta pensó que los presentes no conoceríamos “Far Beyond” de su primer lanzamiento, y mientras Arnau ajustaba la afinación de su guitarra, preguntó a la audiencia que opinábamos de sus colores, que parecían los Power Rangers. A continuación, entraron “Sweet Child” y “Fly Free”.
Si alguien dudaba aun o no había prestado atención a la fuerza del bajo de Ternebring, tuvo la oportunidad de disfrutar de “Peach Jam” donde el músico crea la base para que el resto desarrolle sus melodías y solos. Tremenda canción que asumo tiene bastante de improvisación. También disfruté de “Finnish Woods”, una pieza que en el disco me parecía casi aburrida pero que en directo es una tromba. Sin anunciarla, sorprendieron con “Windbreak” que será una de esas composiciones de la que The Riven tirará en directo hasta el fin de sus días.
Parecía que quedaba poco espacio para alguna sorpresa, aunque imaginábamos que “Death”, siendo el video más reciente, tendría que caer. La banda se retiró brevemente para llegar a los bises, y cuando esperábamos el single, comenzaron con una versión muy personal del “Diamond and Rust” al estilo de Judas Priest, (la canción es original de la cantautora Joan Baez) pero con un toque personal. No fue la canción más aplaudida, pero sonó espectacular. A continuación, entraron con “Tower” para cerrar con “Death”.
En la entrevista que hicimos al guitarrista Arnau Díaz antes de su llegada a España, comentábamos acerca de las posibilidades que ofrecía a los músicos vivir en los países nórdicos, aunque no fueran profesionales. Una banda española, con la misma calidad de The Riven, como mucho puede costearse una gira por tres ciudades de España, mientras que estos músicos han trabajado durísimo para reunir el dinero que los llevará a once ciudades en una gira en la que casi seguro no recuperaran la inversión económica, pero ganaran una legión creciente de seguidores de cara al futuro, porque si de algo estamos seguros, es que The Riven no solo convencen, sino que son de las bandas que te marcan el cerebro por mucho tiempo. ¡Mucha suerte a estos músicos! Esperamos que el disco esté pronto listo para ser distribuido.