Nos dieron calabazas.
Si pruebas a meter en la misma frase a dos bandas del renombre de Helloween y Gamma Ray, es muy probable que consigas llamar la atención sin apenas proponértelo. Las brillantes carreras que tienen a sus espaldas estas legendarias formaciones, son el motivo fundamental para que esto no parezca una afirmación absurda. Muchos años al pie del cañón enlazando grandes discos y popularizando por todo el mundo un estilo del que son cabezas visibles, les avalan frente a sus directos herederos. Todos estos datos desordenados, explican algunas de las más relevantes circunstancias que acontecieron en la Santana 27 el pasado sábado. Empezando por un llenazo hasta la bandera y terminando con una foto para el recuerdo, los detalles reseñables fueron encadenándose sin remisión.
La cola que presentaba el recinto minutos antes de la actuación, ya dejaba en el ambiente la sensación de concierto grande. Cientos de aficionados uniformados con los colores de la banda se agolpaban para tomar posiciones. Seguidores de todas las edades, a los que los más de treinta y cinco euros que les costaba la broma no les iban a dejar con las ganas. Todo iba sucediendo hasta el momento, según el guion bajo el que suelen llevarse a cabo los conciertos de la mal llamada primera división.
Poco después de entrar en el recinto- y tras haber conseguido hacernos con un hueco en el que fuese factible disfrutar de nuestros veinte centímetros de espacio vital- llegaba hasta nosotros el siguiente topicazo que suelen conllevar este tipo de verbenas. El papel del grupo telonero que no interesa a nadie, en esta ocasión recayó sobre las espaldas de los brasileños Shadowside. Un conjunto que apunta maneras afines al Power Metal y que demostró su escasez absoluta de recursos. Consiguieron generar entre la audiencia un número razonable de murmullos merced a la llamativa cantante que se gastan, pero en ningún instante trenzaron medio tema que mereciese ser recordado. Flojos teloneros para completar una gira que no precisaba de terceras espadas para brillar.
Una vez hubimos solventado con nota el par de tachuelas que la noche había dispuesto para nosotros, todo comenzó a rodar. El momento de volver a experimentar sobre nuestras carnes el poder de los rayos gamma había llegado y aquello tenía que comenzar a parecerse a una fiesta de una vez por todas. Con Kai Hansen como incuestionable maestro de ceremonias y Anywhere in the Galaxy dando el pistoletazo de salida, la suerte estaba echada. La Santana reventó a golpes de Power Metal añejo, al tiempo que la formación tomaba las posiciones que todos nos sabemos de memoria. Dirk y Henjo flanqueaban al jefe del cotarro, sin permitir que un solo foco tuviese la ocurrencia de separarse de su estela. Una puesta en escena sobria, pero rematadamente efectiva.
En lo musical tampoco es que tiraran la casa por la ventana, a pesar del regocijo del personal. No se saltaron una coma del repertorio que habían venido ofreciendo en sus últimas apariciones y volvieron a remarcar su anterior To The Metal, como si acabase de ser editado. Las excepciones a lo expuesto fueron confirmadas por unos pocos momentos gloriosos que la formación tuvo el acierto de incluir. Men, Martians and Machines en los minutos iniciales y Send Me a Sign para cerrar su comparecencia, puede que fuesen los dos más notable. Por el medio dejaron un discreto recuerdo al Sigh No More por cuenta de The Spirit y la recuperación en pleno 2013 de su divertida versión de Birth Control. El resto del pastel se lo repartieron los dos cortes nuevos que contendrá Master of Confusion y tres piezas de su anterior LP. Un botín ciertamente raquítico teniendo en cuenta lo que la banda podía habernos ofrecido, pero que no terminó por desanimar a casi nadie.
La única formación en cualquier caso, con la misión de salir de la Santana con su leyenda prácticamente intacta, acabaría siendo la que Hansen abandonara hace un porrón de primaveras. Ante el racaneo de clásicos con el que nos acababan de obsequiar, no quedaba la menor duda de que a Helloween se le presentaba todo de cara para rematar la jornada de manera estelar. La respuesta que tuvo el público ante la única cover de las calabazas que Gamma Ray se atrevieron a incluir, constató lo evidente.
Future World era la clase de canción que la mayoría del respetable quería escuchar; tan sencillo como eso. Por mucho que los de Hamburgo continúen remando con fuerza para ser valorados por sus aciertos presentes, siguen pesándoles demasiado sus glorias pasadas. Las salas en las que llenan se colman de seguidores a los que no se les quita de la cabeza la idea de escuchar los Keepers en directo. Los cortes de nuevo cuño calan sobre la audiencia por la calidad que atesoran, pero en ningún momento llegan a provocar los momentos de histeria colectiva que van anexos con un grupo de esta solera. Imagino que Weikath y compañía hace tiempo que asumieron esta circunstancia.
Tan claro lo tienen que optaron por confeccionar un repertorio en el que su último Straight Out Of Hell pudiese brillar con luz propia. Desde la intro que utilizaron hasta el momento en que se retiraron por primera vez a los camerinos, siete fueron los cortes que interpretaron del citado redondo. Una selección a todas luces excesiva, que dejaba pocos huecos para los instantes memorables. Nabatea, Live Now, Waiting for the Thunder o Burning Sun fueron algunos de los cortes escogidos. Entre ellas, como bombones rellenos de chocolate en medio de un puñado de gominolas caducadas, aparecían destellos de sus mejores trabajos. Eagle Fly Free en los primeros momentos y Power en la recta final de la actuación, fueron los que mejor sabor nos proporcionaron.
Por el camino que iban dejando tras de sí los alemanes, podíamos apreciar todos los cliches que suelen tener a bien ofrecer. Me estoy refiriendo claro está a los parones para hacer corear a la gente y a Andi Deris animando el cotarro con su castellano de origen tinerfeño. En el otro lado de la balanza, se encontraban muchas de las virtudes que han convertido a Helloween en una banda de referencia. Una puesta en escena perfectamente estudiada junto con la suficiencia con la que llevan sus canciones al directo, serían las dos que primero me vendrían a la mente.
Concluido como estaba el tramo principal de la velada con un aprobado raspado, quedaban en la recamara los comodines para hacer que la nota terminase de repuntar. El detalle de haber colocado Are you Metal en la parte noble de la actuación, ni siquiera mitigo el efecto al que me refiero. Desde Dr. Stein hasta I Want Out el público se contagió de la euforia por la que se habían acercado hasta la Santana. Entre ambas explosiones de júbilo, Kai Hansen protagonizo el momento más deseado al sumarse a sus excompañeros sobre las tablas. Junto a Helloween se marcó un medley con Halloween, How Many Tears y Heavy Metal is the Law, que hizo trizas cualquier posible comparación con lo que acabábamos de presenciar unos minutos antes.
Los Gamma Ray al completo se sumaron a sus paisanos después del deja vu que nos proporcionó el señor Hansen, para terminar la fiesta pateando globos hinchables e interpretando el I Want Out. Pocos fueron a los que no se le dibujó una sonrisa al ver la estampa de camaradería con la que se despidieron momentos antes de dejar caer el telón. Se llevan de maravilla y resulta gracioso recordar que hace más de veinte años llegaron a aborrecerse tanto como para mandarse mensajes velados a través de sus propios discos. Es otra época la que nos toca vivir ahora. Los ochenta terminaron hace más de dos décadas y Helloween no dejan de tenerlo presente a cada nuevo paso que dan. Nos moleste más o menos a algunos la ausencia de recuerdos a sus épocas gloriosas, hay que elogiar el pundonor de un conjunto que no se conforma con vivir de las rentas.