7 de Diciembre
Sala Sonora, Erandio (Bizkaia)
Otra noche fría y lluviosa que desafiamos unos cuantos para acercarnos a ver a los noruegos Combichrist. En mi caso era la primera vez que tendría delante a la maquinaria escandinava. Ya habían estado por aquí en 2009 como teloneros de Rammstein, pero no les vi en esa ocasión, así que no podía dejar pasar esta oportunidad de verles en una sala y como cabezas de cartel. Venían acompañados de los electrónicos William Control. Una banda de Seattle (Washington) liderada por el cantante Will Francis, también vocalista de los punk rockeros góticos Aiden.
La llegada a la sala un poco antes de la hora de apertura sirvió para comprobar lo variopinta que seria la audiencia de esa noche, que incluía algún borracho pesadete. Entré a la Sonora con el tiempo justo para saludar a algún conocido y después ya más tranquilo charlar un rato con un buen amigo con el que hacia tiempo no coincidía.
A la hora anunciada salieron a escena William Control con el tatuado vocalista Wil, cigarro y copa en mano, para descargar su setlist a golpe de dark wave, electronic, y synthpop con cierto tufo gothic, (aunque a algún amiguete le parezca "pecado" colgar esta "etiqueta" a según qué movida).
A mi me sorprendieron positivamente, solo había visto algún video previo y no tenia muchas más referencias sobre su música. Tienen tres discos grabados y por lo que se vio esa noche poseen un considerable gancho, sobretodo el frontman Wil que es un personaje con mucha carretera y tablas. Se curró un buen concierto, entretenido e incluso bromeando con un borrachito pesadete. Esa fauna que más que pasarlo bien lo que hace es incomodar a la peña, en este caso incluidos los músicos. En un concierto de otro estilo tal vez este borracho se hubiese ido a casa con alguna pieza dental menos.
Me gustó mucho la voz de Wil. Tiene un buen registro y lo usa con muy buen gusto. Sin duda es el alma de esta formación que como curiosidad no tienen guitarra, solo batería, teclados y bajo. En muchos momentos me recordaron a Depeche Mode. Su combinación de elementos synthpop electrónicos, junto a esas voces graves y el desparpajo de Wil fueron calando en la audiencia. Dieron un buen concierto que se me hizo corto. Creo que lograron el objetivo de calentar al personal para la avalancha que venía a continuación.
Tras el cambio y acomodo de equipos comenzó a sonar la versión orquestal de "What The Fuck Is Wrong With You" a modo de intro. Se habían corrido las cortinas que separan la sala del pasillo. Salieron a escena de entre las cortinas y allí estaban los Combichrist, con su body painting y su vestimenta casi tan caótica como su sonido.
Abrieron con “We Were Made To Love You”, del nuevo álbum. Para mi gusto una canción algo cansina para abrir un concierto, pero ahí estaban. El sonido era atronador. Yo estaba con tapones y flipaba. No sé cómo la peña podía soportarlo.
Tras la primera toma de contacto llegaba "Blunt Royale" de su etapa más industrial. Sonó arrollador y puso a saltar a la entregada audiencia que terminó de desbocarse con la discotequera “This Is My Rifle". En ese momento me di cuenta de dónde me había metido. Aquello parecía más una discoteca que un concierto de rock. Los chavales que estuvieran fuera esperando la posterior descarga discotequera que ofrece la sala, alucinarían con los sonidos bailables que se escucharon a toda caña. Lo cierto es que fue como un chute de adrenalina o alguna droga de diseño de las que suelen usar en esta música. Una locura colectiva que inundó la sala. Se me hizo muy larga esta canción, pero de cierto modo me “rescató” otra de las nuevas:"Can't Control" con ese inicio tan Rob Zombie. El frontman Andy LaPlegua es un showman de aupa. No paró de moverse de un lado a otro del escenario, aunque tampoco tenía mucho espacio entre sus compañeros y un cuasi ineludible borracho que metía el torso dentro del escenario. Pero el robusto vocalista hizo lo que pudo.
Momento algo menos estridente con la "tranquila" y enfermiza "Throat Full of Glass", que no sabría decir si sirvió para tomar un poco de aliento o si enfrió un poco el tema, que volvió a tomar voltaje con los primeros acordes de "Maggots At The Party". El corte más conocido del nuevo álbum "We Love You", que está a medio camino entre Rob Zombie y Marilyn Manson, que es a lo que suenan últimamente. Que no está mal, pero que se aleja tal vez mucho de su clásico sonido EMB Industrialoide. Otra de las nuevas que tocaron fue "Denial", que queda muy bien en directo.
Mitad de concierto y el final más cerca. Así que comenzaron a aparecer temas como "Never Surrender". Ah, el batería iba un poco pasado de algo. Estuvo todo el rato tirando las baquetas que luego recogía el roadie, que creo era el batería de William Control, o al menos se le parecía mucho. Vaya cuelgue que tenía el flipado, que con el body painting que llevaba hacia mucho más "macabra" su cara entre el humo y las luces cegadoras a las que nos expusieron.
Acentuado sonido electro rabioso en "Shut Up And Swallow" una pieza que mola. Fue uno de los bombazos de la noche. ¡Vaya si pusieron a mover al heterogéneo público! ¡Qué gozo! Como si se fuera acabar el mundo. Por si fuera poco terminaron de rematarnos con “Electrohead”. Seguro que mientras duró murieron muchos millones de neuronas en esa dichosa sala. Éxtasis total. La peña saltando como jodidas cabras al ritmo implacable de los Combichrist y el maestro de ceremonias Andy LaPlegua. “Get Your Body Beat” fue un tercer arponazo en pleno costillar que la gente bailoteó como putos dementes. Casi por sorpresa, otra de las nuevas: “Love Is A Razorblade” rompió el ambiente discotequero para meternos en uno electro-punk tras el cual se fueron del escenario y nos quedamos esperando los bises.
No tardaron mucho en aparecer el guitarra que se colgó una acústica junto a Andy y se marcaron la que para mi es la mejor canción del nuevo disco: “Love Is A Razorblade”. Claramente influenciada por el señor Johnny Cash, que termina con la banda entrando y sonando industrialoide en plan Trent Reznor o su alumno Marilyn Manson, al que de seguido evocarían sin tapujos en “What The Fuck Is Wrong With You People”. El estribillo repetitivo ayudó a que fuera coreado por la exaltada audiencia en la que vuelvo a repetir había una muy curiosa amalgama, -en la que me incluyo-, digna de un estudio sociológico. De esta forma terminó el concierto, dejando un muy buen sabor de boca.
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