Un vocalista eterno muestra que aún le queda mucha vida.
A Dynasty lo conocíamos por 'Titanic Mass', su disco de este año. Llegamos a tiempo para verlos comenzar. La banda estuvo todo el tiempo muy alegre, se divirtieron muchísimo, comenzando con la canción que abre este disco, “The Human Paradox”.
En los 45 minutos que tocaron, la sala se fue llevando más, aunque no fue de esos días en que los teloneros tienen que abrir para sus amigos y la gente llega cinco minutos antes del plato “fuerte”. Continuaron con “The Northern End” y “The Beast Inside”, y mientras los guitarristas, y sobre todo los guitarristas, Love Magnusson y Mikael Lavér iban acerando el sonido y logrando hacerlo cada vez más fuerte. El resto de la banda también se destacaba.
El bajista Jonathan Olsson es un magnifico instrumentista. Incluso realizó un solo de bajo para nada aburrido. La banda al completo estaba muy bien empastada musicalmente, pero pronto comenzaron a haber fisuras cuando el vocalista Nils Molin era respaldado en la segunda voz por Jonathan. Este último se escuchaba más alto y desafinaba mucho. Tal vez la euforia, tal vez el sonidista. Cuando los coros los hacía toda la banda, las voces quedaban niqueladas y para el final del concierto, con “Starlight” ya este pequeño problema era cosa del pasado. La banda quedó muy bien, pero eso no era todo por el momento. Se divirtieron mucho, nos divertimos mucho y todos la pasamos muy bien.
Por pasar, pasaba el tiempo y Joe Lynn Turner, que entró por la puerta de la Sala Chango a las 9.30 exactamente, la hora de comenzar a cantar, ya nos tenia preocupados pensando que no aparecería. Estaba al lado de los camerinos y veía que no estaba y sabiendo lo esquivo que había sido los últimos días con la prensa, me imaginé lo peor, pero todo quedó en la imaginación tan pronto lo vi con tres mujeres (dos de ellas adultas de muy buen ver) y un chico de cortejo.
Para esta ocasión decidió unir fuerzas con los chicos de Dynazty al completo, excepto el vocalista. Turner demostró que la voz la tiene intacta. Canta como el primer día, es todo un profesional. Apareció con un repertorio de clásicos, y aunque alguno de ellos no les corresponde cantar por historia o lo que sea, los bordó muy bien. Tiene una amplia discografía y repertorio abundante, pero si ha decidido tirar de clásicos y no te gusta, no vayas. Aunque sé que iras, porque cante lo que cante, es un músico que no defraudará.
Alto ahí, no defraudará a menos que seas un purista, ahí sí que mejor no vayas, y que no hubieras estado en la sala Changó esa noche. Yo no lo soy así que disfruté como la mayoría, cuando Turner y Dynazty decidieron darle un toque metálico a todas las canciones de esa noche. Puro heavy metal con canciones que lo son como “The man on the Silver Mountain” o “Long Live Rock and Roll” hasta otras que no lo son tanto como “Spotlight Kid” o “Perfect Strangers”.
Eso sí, cuando la banda tuvo que hacer las dos versiones originales de Yngwie Malmsteen: “Rising Force” y “Deja-Vu”, los guitarristas mostraron un virtuosismo que pocas veces se ve, no solo en directo sino incluso en estudio cuando puedes regrabar tantas veces quieras. Hasta el bajista Jonathan Olsson estuvo a la altura de los guitarristas. ¡Qué ejecución!
Por lo demás, no hubo sorpresas ni desengaños. Sonó lo esperado, desde “I Surrender” hasta “Stone Cold” donde Turner aclaró a alguien del público que él no era maricón, lo que me dio mucha gracia. También que mezclara palabras en español e inglés. Agradecemos este gesto aunque les cueste la fonética y la concordancia. Salimos de allí muy satisfechos con ambas actuaciones. Una buena noche donde un vocalista eterno muestra que aún le queda mucha vida.