Tracklisting:
01. Blood of the Levant (03:27)
02. Man the Machine (03:50)
03. Light-years (04:09)
04. Inside Out (04:31)
05. Propaganda Fashion (03:36)
06. Dark Reverie (04:23)
07. Bent (05:59)
08. Inner Unrest (03:50)
09. Launder the Conscience (05:15)
10. Portrait (05:16)
Queensrÿche se apresta a ofrecernos su tercer álbum con Todd La Torre en las voces, quien esta vez se encargó también de la batería, dado que Scott Rockenfield no estaba en condiciones de tocar - desde hace dos años no lo hace.
Luego de las dos previas formidables entregas con La Torre como vocalista, los fans de la banda teníamos naturalmente altas expectativas respecto a este nuevo disco, titulado “The Verdict”. Sin embargo, luego de haberlo escuchado varias veces e intentado encontrarle el encanto con vehemencia, debo concluir que este es un larga duración con muy poco gancho y que recuerda mucho más al Queensrÿche desabrido de los 90’s que a la épica banda de los inicios... o a esa sólida versión de Queensrÿche de los dos últimos álbumes, anteriores a este.
Pero vayamos por partes. El tema que abre es ese que está ya circulando por YouTube, cuyo título es “Blood of the Levant”. No es un mal tema y la ejecución y los arreglos son impecables, pero le falta el ingrediente mágico para que trascienda. Aún así, es uno de los mejores del disco.
Las pistas dos y tres también están entre las más destacadas de la entrega -“Man the Machine” y “Light-years”, respectivamente. El primero es el tema más movido de todo el disco, que amenaza por partes con despegar debidamente, pero que no logra encantar del todo, a pesar del formidable canto de La Torre. Por su parte, “Light-years” le hace un guiño al Fates Warning de la época del “Parallels”, fallando sin embargo en atrapar al oyente debidamente, una vez más dejándonos con esa grisácea sensación de espera no colmada.
Luego de eso se suceden temas que se traducen todos en intentos más bien fallidos de hacer evolucionar el sonido de Queensrÿche hacia no sé sabe exactamente dónde. Quizás valga la pena mencionar “Bent”, que tiene una cierta progresividad contenida, rayana en lo tímidamente experimental; así como “Dark Reverie”, que posee un cierto gustillo a Crimson Glory, aunque no logra ni remotamente cautivar como la banda floridana.
Así, el cerrador “Portrait” termina de forma insípida un disco producido y tocado de manera fenomenal, pero que falla miserablemente en encontrar su propio climax y en provocarnos el nuestro.
En resumen, esta es una entrega sin siquiera un solo momento memorable, a pesar de la indiscutible solidez de la banda y del canto potente y competente de La Torre. Disco a evitar, al menos que seas un coleccionista al que no le puede faltar ni un solo álbum del grupo. ¡Más éxito la próxima vez!.
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