‘Dysergy’ es el título del segundo disco de Golden Caves. La banda holandesa es considerada una de las futuras promesas del prog rock de esa tierra. Con la salida de su disco debut la canción “Limelight” fue nominada en los Progressive Music Awards in the UK.

Las canciones de este disco recuerdan mucho al neo prog británico de finales de los años ochenta. Una mezcla de progresivo con toques pop y algo de alternativo. La voz de Romy Ouwerkerk es dulce y maravillosa, con el toque adulto necesario para no sonar infantil o petulante.

Las letras hablan mayormente de la lucha por no desconectarse de la realidad. Algo muy importante en estos tiempos en los que confinados en las casas estamos a merced de las mismas redes y medios, pero los usamos con más frecuencia sin tener en cuenta que la manipulación en el encierro es mucho más fácil.

La prestigiosa revista Prog los considera una revelación. Indudablemente cuando escuchas joyas como “How to Care” donde la fuerza del compás mezclada con la voz de Romy Ouwerkerk te hace sentir como si estuviera frente a una visión de otra mundo, te explicas por qué de estos criterios.

El disco comienza con “Chromosome” y esa aparente depresión estará en todo momento. Aparente porque aunque haya acordes menores y líneas algo dramáticas, la combinación de sonidos en cada canción varía el humor de los mismos. Hasta una pieza alegre como “Happy Dreams” cuando comienza a avanzar te das cuentas que es una locura, y no precisamente de las que te da subidón. Una canción cuyos versos casi rozan lo desagradable pero te mantiene atado al sonido porque esperas que algo cambie y que la banda no se atreva a llegar a los extremos.

Pienso que la referencia más cercana de Romy es Anneke van Giersbergen. Una pieza como “Samsara” nos recordará a la gran diva que ya tiene un relevo aquí. Y hablamos mucho de Ouwerkerk, pero es que indudablemente la música gira alrededor de su voz. Los músicos han decidido comprometer su talento a favor de las composiciones más que en el virtuosismo personal. Por momentos también recuerdan a Marillion por ese deseo de no sobresalir aunque la distancia musical entre ambos sea amplia.  Si algún instrumento destacaría un poco más, serían en todo caso los teclados de  Elise Polman.

¿Pudiera esta música haber sido escrita en un Coffe Shop  holandés? No lo puedo asegurar, pero escuchando el disco de manera global, el viaje es bastante seguro. Una música maravillosa, relajante, casi lisérgica, que entrará tu cuerpo poco a poco.