Neal Schon, el competentísimo guitarrista de la legendaria banda Journey, nos trae en este verano un álbum doble titulado 'Vortex', compuesto solamente por temas instrumentales de corte definitivamente rock-pop y que saldrá el próximo 23 de junio bajo el sello Mascot Label Group.
Por alguna razón, aún siendo el guitarrista de un grupo en extremo popular y teniendo los recursos guitarrísticos de los verdaderos monstruos del instrumento, Neal Schon no es un nombre que sale a relucir a menudo. Ni siquiera se le menciona demasiado en el círculo ya de por sí exclusivista de los conocedores de las seis cuerdas. ¿Por qué?
Este nuevo álbum puede ayudarnos quizás a encontrar la explicación. Lo he escuchado cuatro veces de cabo a rabo desde que lo recibí para reseñar, y pese a la depurada ejecución, a la musicalidad refinada y al virtuosismo innegables, "algo" falla para que yo termine por adoptarlo como un incontorneable. Una vez más me pregunto, ¿por qué?
En algún lugar leí una vez que Neal Schon carecía de "güevos". Creo que, en efecto, técnica, estilo, fineza y musicalidad ¡los tiene de sobra! Pero ¿dónde están sus cojones? Desde la abridora "Miles Beyond", dedicada al monstruo del jazz Miles Davis, hasta la cerradora "White Light", llena de dinamismo y sutileza, Schon hace de todo lo que un guitarrista excepcional puede hacer; solo que hay una timidez, una lejanía, una melindrosidad en su tono y en su ataque que le resta carácter, afirmación y fuerza a la entrega en general. ¡Y es eso precisamente la falta de presencia... testicular!
Es así como este disco doble, de una calidad incuestionable, se torna a la larga más bien genérico, como si estuviese hecho solo para la escucha casual, o para usarse como trama de fondo o como música de ascensor. ¡Qué desperdicio! Porque el derroche de capacidades instrumentales que Schon hace en temas como el hiperactivo "Irish Cream" o en el variadísimo y rico "NS Vortex" era para haberse explotado más. Es definitivamente frustrante.
Me frustran especialmente títulos sugestivos como "Cuba Fly Zone" y "El Matador". Musicalmente, al menos en teoría, son temas irreprochables. Sin embargo, al final se quedan en interpretaciones desabridas de influencias cuyo carácter idiosincrático no permite flojeras. Porque es sabido que la música cubana y el flamenco, respectivamente, requieren de un carácter "macho" y sensual que Schon, por desgracia, no logra impregnarles.
Otro título que te hace esperar un nivel de drama y de obscuridad intensos, y que termina por quedarse corto es "Tortured Souls". Cierto, pasajes ascendentes y guitarreo de altos vuelos no faltan. Sin embargo, yo me esperaba armonías angulares, más uso de los tritonos y de sonidos estridentes, pasajes atonales, lamentos de sufrimiento y cosas así… Pero no. Todo se queda en un regodeo impregnado de tristeza cuyo carácter neurótico nunca aflora.
Bueno, quizás esté siendo un poco injusto con Schon. En general hay elementos muy interesantes a lo largo de este disco. La producción melosa y con mucha reberveración quizás sea lo que lo daña. O que yo personalmente tengo que desarrollar más mi sensibilidad pop y aprender a mejor apreciar las obras de carácter etéreo o de naturaleza frágil. Repito que Schon es un guitarrista excepcional, que no tiene nada que envidiarle a los Joe Satriani o Eric Johnson de este mundo. De hecho, temas como "Schon & Hammer Now", "Airliner NS910" y la ya mencionada "NS Vortex" me recuerdan precisamente a Satriani, aunque un Satriani más temperado, por supuesto.
En resumen, este disco no me disgusta, aunque esta reseña parezca estar diciendo todo lo contrario. Como músico, Neal Schon es un verdadero maestro y lo demuestra con creces en "Vortex". También le impregna belleza a todos sus temas. Es curioso que a pesar de "disparar" con velocidad y meter vibratazos y frases abiertas con un vibrato a veces bastante pronunciado, Schon nunca suena fuera de lugar, ni desagradable, ni invasivo. Por mucho menos de lo que este super-virtuoso hace aquí con su guitarra, cualquier otro sería calificado de "sobrejuego", de no saberse adaptar a las piezas o de auto-complacerse con masturbaciones virtuosísticas infinitas. Neal Schon, sin embargo, no. Él puede hacer lo que le dé el deseo, y todavía hacerse acusar de meloso o de "fresón", como lo estoy haciendo yo en estos momentos, en vez de acusarlo de guitarrista en demanda de atención, onda "miren lo bueno que soy". Vaya, ¡qué nunca se queda bien!
Así concluyo que puede que sea simplemente una cuestión de estilo incompatible con mis gustos, o de producción demasiado pop, que evita a todo precio los "filos cortantes" y que no logra por eso seducirme completamente. Este es de todos modos un álbum disfrutable, no para metaleros, lleno de sutilezas, con una percusión excelente (olvidé decir que me gusta mucho como toca el baterista), con una producción un poco sosa pero cuyo nivel musical es indiscutible y que sí demuestra lo que un grande de la guitarra como Neal Schon puede hacer, a pesar de todos los pesares.
Entonces, cierro dándole cuatro estrellas como puntuación, pero con una nota de advertencia: si te gusta la caña, esta está demasiado dulzona. Consúmase con cuidado. ¡Así que ya lo sabes!.
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