Tracklist:
01. Overture
02. Gone Gone Gone
03. Hundred Million Miles From Home
04. Trouble At The Big Show
05. Locomotive
06. Radio Silence
07. The Greater Good
08. Time May Bend
09. Ten Thousand Ways To Be Wrong
10. Red Storm
11. All Systems Stable
12. Khedive
13. The Outpost
14. Mission To Mars
14 cortes presentados en un álbum conceptual es lo que nos encontramos en 'The Mission', el nuevo disco de Styx tras 14 años desde su último trabajo de estudio, 'Cyclorama'. Ellos mismos lo presentan como 'un paseo de 43 minutos de aventuras sobre las pruebas, tribulaciones y los últimos triunfos de la primera misión Marte en el año 2033'.
Hace un año y medio comenzó a gestarse este disco a partir de los cimientos del último tema homónimo de la grabación, basándose en el riff principal de ésta y el boceto de letra de 'Locomotive'. En toda la grabación se siente la atmosfera de 'Paradise Theatre' y 'The Grand Illusion', discos cumbre en su carrera que los han mantenido girando todo este tiempo en cruceros de la “edad dorada” y lugares por el estilo.
Tommy Shaw (voz y guitarra) está al frente de la nave Khedive, financiada por el Programa Global de Exploración Espacial (GSEP); James Young (guitarras) y Lawrece Gowan (teclados) son el primer oficial e ingeniero; y Chuck Panozzo (bajo), Todd Sucherman (batería) y Ricky Philips (bajo) completan la tripulación del vehículo que estaría controlado, por otro lado, por el ingeniero de sonido, Will Evankovich.
A pesar de la ausencia de Dennis DeYoung, miembro fundador de la banda, la esencia de Styx sigue muy bien representada en este disco, que continúa fiel al sonido que les caracterizó en los 70 y 80 pero añadiendo nuevos toques en la compresión del sonido general e incorporando efectos actuales de guitarra como el whammy. Se ha editado en CD y en mp3, pero está concebido, como así lo insinúa su portada, para ser reproducido en vinilo ya que ha sido creado de forma analógica.
Desde la primera nota nos llevan al ambiente de directo de los años 70 y 80, una intro imposible de separar de la canción que le sigue, 'Gone Gone Gone', perfecta para empezar un concierto de rock, con una batería airosa y un riff blues rockero al estilo de los Purple. 'Hundred Million Miles From Home' continúa el periplo especial evocando a Yes, Boston o a los Asia del difunto Weaton. Rock melódico no falto de toques de funk y reminiscencias de Peter Frampton con flanyers y el tubo del talk box en las voces.
'Trouble At The Big Show' aminora la velocidad de la nave. El sonido del teclado hammond o el wha wha a lo Hendrix nos traslada a los 70 pasado por un filtro casi de reggae y, el siguiente corte, 'Locomotive', nos transporta a la atmósfera de canciones como 'Serenade' de la Steve Miller Band preparándonos para el siguiente tema, 'Radio Silence', uno de los hits del disco, con un comienzo tranquilo empleando harmónicos de guitarra y un piano que gana protagonismo, pero un estribillo de los que habrían hecho cantar los estadios de los años 80.
'The Greater the Good' continúa el ambiente etéreo y existencial con voces con registros diferentes sobre la base de un piano muy a lo Meat Loaf o Queen. Toda una power ballad muy “arena rock”. 'Time May Bend' nos sirve de punto de inflexión. Los coros son ahora los que destacan pero sobre todo llama la atención el muy acertado uso del whammy, efecto popularizado por Dimebag Darrel o Tom Morello en los 90, que hace entremezclar el rock clásico de los 70 y 80 con el actual a modo de sincretismo.
Temas como 'Ten Thousand Ways To Be Wrong' hacen fluir la escucha para unir las canciones del álbum a la perfección. Un álbum que se acerca al rock progresivo tímidamente pero con la simpleza de canciones como 'Red Storm', sobre una nota llave, que explota la sonoridad de las guitarras acústicas pasando por partes más contundentes y solos de guitarra sutiles pero oportunos, además de sintetizadores que no sobresalen más de la cuenta.
'All Systems Stable' nuevamente hace las veces de nexo para llegar a 'Khedive' y deleitarnos con un teclado muy sinfónico y guitarras repletas de chorus a lo Brian May que nos hace imaginar a super héroes espaciales como Flash Gordon surcando los cielos.
Llegamos al final del álbum y parece como si saliéramos de una tormenta para llegar a la última parada de la misión rockera con 'The Outpost', un tema repleto de esperanza y positividad. Una canción muy a lo Jorney. Y, finalmente, llegamos al corte homónimo del disco y que resume el sonido y la esencia de todo el trabajo, 'Mission To Mars'. Agrupa el pop de los Beatles en las voces, con el rock americano y el progresivo de los 70 en los ritmos y compases. Los falsetes de los coros recuerdan al mismísimo Roger Taylor pero la base musical nos hace caer en la cuenta de que esto es otra cosa.
En definitiva, nos encontramos ante un disco muy meditado con el que los veteranos Styx se han desquitado tras un largo tiempo sin aparecer por los estudios de grabación. Un trabajo que fluye perfectamente y cuyo orden de temas está hecho para seguirlo tal cual. Un disco muy de directo que, aunque sea difícil que atraiga a gente joven (más aún del siglo XXI), es un trabajo que puede ganar mucho en directo y, sorprender y acercar a más de un profano del AOR.
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