Polideportivo de Villena, Alicante. Sábado 10 de agosto
Último día del festival, anunciando que para la edición del próximo año ya tienen contratados a bandas como Powerwolf, Beast in Black y algunas otras bandas más; grupos que repiten y otros que vienen por primera vez. A veces pienso que los grupos clásicos que en los últimos 15 años no han estado en el Leyendas ya no estarán, como Saxon, Judas Priest o Deep Purple.
La primera banda que pudimos ver fue Tyr, quienes dieron un concierto que fue muy aceptado por los presentes, pero que en lo personal consideré poco logrado. Lo más probable es que haya sido causa del cansancio de los cuatro días y Tyr sea una magnífica banda y yo el que no he sabido apreciarlo.
Wind Rose ya está presentando en directo su nuevo disco, “Trollslayer”, que saldrá a principios de octubre con Napalm Records. Revisé su sitio web para conocer los nombres de los miembros y no están, pero sí me enteré de que hay conciertos en octubre que ya están completamente vendidos. El vocalista Francesco Cavalieri salió con un atuendo que imitaba una fantasiosa armadura, mucho más apropiada para los capítulos del Silmarillion, que para un concierto a treinta y ocho grados. Pensé por un momento que Francesco caería redondo ante tanto esfuerzo, pero obviamente, lo subestimé. No solo se mantuvo en pie, sino que además lo dio todo desde el punto de vista vocal, él, pilar fundamental dentro de esta banda.
Hace años, precisamente en una edición de Leyendas del Rock, pude ver a Stratovarius. Quizás fue la primera vez que los vi en directo y resultó una decepción total, aunque sucesivas actuaciones fueron brillantes, y la de este año, sencillamente apoteósica. Desde que abrieron con “Survive”, supimos que habían salido a por todas y efectivamente así fue. Timo Kotipelto siempre se muestra al tope de sus condiciones vocales, y aunque el resto de la banda destaca, esta vez presté atención al tecladista Jens Johansson, y su papel como garante del tempo de las canciones de principio a fin. Cerraron con uno de sus clásicos de siempre, “Hunting High and Low”.
Otra de las bandas que destacó mucho más que la última vez que los vi fue Rata Blanca. El guitarrista Walter Giardino estuvo al máximo todo el tiempo, no solo marcando sus influencias de guitarristas como Yngwie Malmsteen en cuanto a velocidad y digitación, sino también poniéndole alma a su música, en un estilo que también nos recordó al de Slash. Adrián Barilari sigue manteniendo la voz como si tuviera cuarenta años, y ha cuidado su figura muy bien. Piezas como “Mujer Amante”, que no podían faltar, enriquecieron esta noche de sábado.
Hubo un momento en la historia del rock en el que éramos los tipos más duros. Horteras y macarras, como decía José Carlos Molina de Ñu; “vas sin afeitar y además con tías buenas”, como decía Barón Rojo. Montado en una Harley-Davidson o soñando con ellas, como pensaba yo. Pues ya todo eso ha cambiado y ahora, en la edad del buenísmo estamos representados por unos pequeños patitos amarillos en el caso de la audiencia y grandes patitos sobre el escenario en el caso de Alestorm. Lo más anti-sexi de este mundo se ha vuelto inmensamente popular, según lo que se pudo apreciar esta noche. Los piratas, si lloraran, lo harían con lágrimas de rabia de estar ante estos chicos. La mejor muestra de que los tiempos cambian más rápido de lo que imaginamos. Pero no pasa nada, baila sin pensar, salta como un loco, que esto es solo música para divertirse.
Dudé si ir o no al concierto de Brian Downey’s Alive and Dangerous. El batería original de Thin Lizzy siempre ha tenido un estilo muy peculiar y disfrutable; verlo seguro sería un placer, pero, ¿hasta qué punto estropearía el legado de la banda donde lo conocimos? Al final, nada se perdía y, como es habitual, cuando las expectativas son bajas, la sorpresa es mayor. Para seguir pecando de receloso, cuando vi aparecer al bajista y cantante Matt Wilson, me imaginé lo peor, que lo habían escogido por su parecido con un joven y menos guapo Phil Lynott. Todas mis sospechas resultaron infundadas cuando comenzó a sonar “Are You Ready” y Wilson abrió la boca. El concierto fue un total homenaje con mayúsculas a aquella banda y a aquel hombre cuyo mayor temor era que su música no trascendiera.
A medida que avanzaba el tiempo, quedó demostrado el respeto de los guitarristas Michal Kulbaka y Joe Merriman por los solos de guitarra de Scott Gorham y Gary Moore. Lo que es mejor, me percaté que Brian no había olvidado el más mínimo break de batería, dando cada golpe con soltura y elegancia. Al final, terminé agradeciendo no haberme dejado guiar por pensamientos sin base y disfrutar de un tremendo concierto donde la palabra conmemoración tuvo su justo significado.
Pero aún me quedaba Saurom. Conociendo el tirón que tienen estos muchachos de Cádiz, los organizadores del festival siempre los ponen para cerrar la noche, garantizando la permanencia de varios miles de personas, aunque sea pasada la medianoche. Saurom no decepcionan, y esta noche tampoco lo hicieron con un magnífico coro, los juglares y algunos invitados de lujo como Elizabeth Amoedo, Ramón Lage e Isra Ramos. Genial las interpretaciones de “Músico de calle”, “La Llorona” y “El carnaval del diablo”. Miguel Franco sigue cantando con un sentimiento que te invade y te lleva a la felicidad o el desánimo según la letra. Una joya de España. Al finalizar, quedaba la actuación de El Reno Renardo, pero, como a veces sucede, no podía más.
Ha sido una edición diferente, he visto más público desde el primer día; me alegra se haya terminado la gratuidad del miércoles, que hacía venir a cientos de personas que consideraban que pagar nada o pagar cinco euros por un cartel era mucho. Me animó ver que los abonos especiales para la edición de 2025 se agotaron desde el primer día, dando un respiro económico al evento para poder hacer una contratación de bandas más despejada. Los bomberos que vi, jóvenes asustadizos ante la furia de las llamaradas, no tuvieron que hacer su trabajo más allá de la simple presencia en el lugar, y eso es lo mejor. En fin, que el año que viene espero estar una vez más allí.