El mero hecho de plantarse delante de Cult Of Luna durante más de una hora, sin artificios ni zarandajas de por medio, supone una auténtica experiencia por sí misma. Una especie de rito mesiánico en el que siete iluminados tratan de sumergir a sus fieles a punta de Sludge enfermizo. Los oídos resentidos y la boca entreabierta, no dejan de ser meras anécdotas cuando se contempla un espectáculo de semejantes proporciones. El acento se debe seguir quedando sin embargo, sobre la pasmosa capacidad para provocar sentimientos encontrados que posee esta gente.
El show que la banda nos brindó en la Sonora de Erandio, a pesar de lo mencionado, no creo que acabe reflejado en ningún futuro tratado sobre el conjunto en cuestión. Tomaron las tablas de la misma manera que como las dejaron. Con un impenetrable hermetismo que hacia juego con los sonidos que brotaban de los altavoces y una estampa tan gélida como el país del que provienen. De esta manera tan mecánica y efectiva, es como clavaron la esencia maquinal que subyace detrás de su última creación. Una incomparable demostración para todos los que allí nos encontrábamos y a buen seguro que una noche como tantas otras para los integrantes de Cult Of Luna.
Rebobinando la narración de los hechos, hay que dedicar unas líneas a la banda sobre la que recayó el encargo de abrir para las estrellas de la velada. Los asturianos Humo fueron los escogidos y, a pesar del desconocimiento que sobre ellos tenía la mayoría presente, supieron cómo hacer que su nombre no pasase inadvertido. Comenzaron de manera atronadora, haciéndonos presagiar lo que se nos vendría encima un rato más tarde. Con una formación de dos guitarras, bajo y batería de por medio martillearon el ambiente con la curiosa combinación de estilos que su escueto repertorio atesora. Un poco de Rock Psicodélico por aquí, unos cuantos bandazos Stoner por allá y generosas andanadas de Post Rock para ir juntando los pedazos, podrían retratar con bastante exactitud la imagen que sus creaciones nos arrojaron.
Por si la mezcla absoluta de estilos no fuese suficiente motivo como para llamar la atención de los lectores, he de mencionar que Humo no cuentan con voces para apoyar sus composiciones. Este dato que hace años hubiese sido toda una novedad, hoy en día se queda como un pequeño apunte a pie de página. Muchas son las bandas que llevan a rajatabla la formula indicada. Los asturianos por su parte, aportan una serie de trazos a su sonido, que no son tan sencillos de escuchar dentro del género en el que se les engloba. Influencias más clásicas de lo normal-tanto por un lado como por el otro- convierten su música en un adecuado divertimento en el que nadie puede garantizar lo que vendrá a continuación. Entretenidos como poco y encajando a la perfección con lo que habíamos venido a ver, consiguieron que no nos acordásemos en exceso de la ausencia de Obsidian Kingdom en el cartel.
En cualquier caso, la fenomenal entrada que presentaba la Sonora el pasado domingo, poco tenía que ver con las segundas espadas del recital. Cult Of Luna podían haber montado esta fecha en solitario y muy pocos hubiesen levantado la voz. Su nombre ya está considerado como uno de los más influyentes dentro del Post Metal y sus directos son apuestas ganadas de antemano. Sin entrar en consideración sobre las similitudes que se les achacaron en sus inicios (refiriéndonos claro está a Neurosis), los de Umea han alcanzado una solera dentro del circuito, que parece difícil de emular.
A pesar de que su última comparecencia tenía por objeto la presentación de Vertikal, pocos imaginaban el desplante que la banda acabaría otorgando a sus primeros trabajos. Centraron todo su arsenal sobre su última creación y se limitaron a rescatar tres piezas de sus dos álbumes anteriores. Por fortuna la selección fue tan escasa como efectiva. Dejando que Ghost Trail y Owlwood homenajearan alas tinieblas del Eternal Kingdom como se merecían, Finland fue situado en la parte central para que marcara el punto de inflexión definitivo. El momento justo en el que la audiencia comenzó a palpar el baile de sintetizadores que encierra la pieza, todo pareció encajar de manera milimétrica.
Los sentidos hacía un rato ya que se habían despertado, pero la habitual frialdad que acarrean los espectáculos de corte intelectualoide, había mantenido a la mayoría del respetable en posición de defensa. La hipnosis colectiva era una consecuencia lógica frente al amasijo de ideas que Cult Of Luna iban repartiendo. Sludge, Progresivo, Doom, Ambient y algún que otro estilo que pasaba por ahí, se iban fundiendo en unas canciones que únicamente los más espabilados del lugar eran capaces de resumir en dos palabras. El cajón desastre que abarca el término Post Metal, suele ser la manera habitual en la que se tienden a englobar maravillas como Mute Departure o I: Weapon. Apreciándolas en todo su esplendor, sonando a volumen suficiente como para que haya que gritar al comunicarse y sintiendo cada ritmo en la boca del estómago, es como estas canciones alcanzan el verdadero propósito para el que fueron creadas. Aislar a cada espectador dentro de su propia burbuja de sensaciones.
Siendo de esta manera la atmosfera, el mayor punto con el que los suecos engrandecen sus composiciones, no es de extrañar que los minutos álgidos del show transcurriesen a lo largo de Vicarious Redemption. Tratándose de un crescendo que resume perfectamente los extremos en los que se mueve la banda, actuó como la síntesis definitiva de lo que habíamos venido a ver. Incluyó un juego de luces discreto pero abrumadoramente efectivo, cadencias Doom suficientes como para notar el peso sobre nuestros hombros, arreglos industriales con la capacidad de descolocar al más pintado y por encima de todo, un solo a tres guitarras que derrochó emoción a raudales.
El resto de la velada no volvió a alcanzar esas cotas de grandeza, pero el nivel en ningún momento cayo en exceso. Presentando otro par de cortes de nuevo cuño, fueron cerrando su comparecencia sin plantearse si quiera la idea de los bises. Alguno tuvo la ocurrencia sin embargo, de pedir tímidamente que la banda regresase a las tablas, pero el guion de la noche no iba a tener ese final por muchas plegarias que fuesen a entonarse. Tampoco iba a ser necesario un solo tema más para constatar el poderío de Cult Of Luna sobre un escenario. Con menos de noventa minutos tienen de sobra para dejar a cualquiera noqueado.