Viernes 22 de Abril de 2016
Kafe Antzokia, Bilbao
Birth Of Joy
Aparecía sobre las tablas un joven trió de Holanda con la misión de calentar el ambiente previo al bolo de The Steepwater Band. Definirles como una explosión de psicodelia musical, quizás pueda ser lo más acertado. Influenciados por blues de los sesenta, los setenta, stoner, rock progresivo e incluso algunos matices de punk, consiguen lograr separarse tajantemente de cualquier estándar y lanzar su propuesta novedosa, cimentada sobre un directo bestial. Mención extraordinaria la que merece su salvaje batería, un espectáculo grandioso en sí mismo. Los de Utrecht realizaron un repertorio con intensidad suficiente como para reventar las cabezas de los agolpados en las primeras filas. Comenzaron a lo grande con su single “You Got Me Howling” y dieron un repaso a su catálogo, desenfundando auténticos cañonazos como “Make Things Happen” o “Three Day Road”. Resultaron victoriosos y aclamados a pesar de estar sensiblemente alejados de un estilo más clásico, como el que ejercitaban los cabezas de cartel. Incontestables en sus dominios.
The Steepwater Band
Con la confianza de quien tiene el deber cumplido, salieron a escena los norteamericanos. Venían precedidos por las buenas críticas recibidas por su reciente lanzamiento y le dieron buena cuenta a lo largo de la noche, mediante un severo repaso. Arrancaron con la pegadiza “Shake Your Faith” cuya melodía atrapa al espectador íntegramente desde sus primeras notas. La clase recorría para entonces el escenario de lado a lado. La banda parapetada detrás de sus instrumentos, mantenía las posiciones completamente concentrada en no fallar una nota. Hicieron un homenaje soberbio a ese pulcro blues rock, hard blues que practican desgranando cortes de bella factura como “Mama Got To Ramble” con Saylors haciendo uso de la steel, o la brillante “Silver Lining“. Se mantuvieron concisos en lo que concierne a esos momentos jam, cediéndoles ese terreno divagador a sus jóvenes antecesores, y ciñéndose los de Chicago mucho más a lo que dictan las canciones en sus discos. No faltó tampoco la correspondiente versión, atacando el “Midnight Rambler” de los Rolling Stones llevado a su propio terreno.
Hubo tiempo para demostrar sus credenciales, reservaron un hueco egocéntrico para cada uno y exhibieron una colección de guitarras y bajos, sólo propia de los músicos más exquisitos. En “High & Humble” realizaron el típico solo de batería que quedó algo descafeinado tras la actuación de los holandeses. El espectáculo dejó complacida a una veterana legión de seguidores y sirvió a más de uno para rememorar citas anteriores, mientras se quejaban de la ausencia de algunos temas.