La Villa de Madrid tiene la costumbre de preparar todos los veranos un grupo de conciertos, actividades de teatro, ballet, y otras relacionadas con el ámbito cultural, y presentarlos en espacios abiertos. Algunas son gratuitas y otras no, y entre las no gratuitas estuvo este concierto de Chicago, en el escenario Puerta del Ángel, al aire libre. Hacía 44 años que Chicago no venía a Madrid, o sea, nunca. Los madrileños los estuvieron esperando 44 años. Los cubanos aún los estamos esperando. Yo, que estoy en Madrid no podía desperdiciar esa oportunidad, la de ver a una de las bandas más importantes de mi juventud y a la que he ido siguiendo en el desarrollo de su carrera. Yo quise pensar que Chicago había venido a Madrid a verme a mí, y yo a ellos. Estaba en el lugar preciso en el momento preciso y no iba a perder la oportunidad, así que me fui a verlos, la pase muy bien, y les contaré.
Llegamos con unos 40 minutos de antelación, para evitar el perdernos por el camino. Entramos al lugar, que aunque es al aire libre estaba cercado, ya que la entrada había que pagarla. Una vez dentro aprovechamos para tomarnos una cerveza y comer algo. Nuestro asiento estaban en la zona a, lo que quiere decir que ni muy lejos, ni en una posición en que las cabezas de los demás nos molestaran, aunque tampoco como generalmente me gusta a mi ver los conciertos, que es a un metro escaso del escenario. No me quejo, pues de donde estaba se veía la banda al completo.
Al estilo de los teatros, 10 minutos antes de comenzar el concierto lo anunciaron, lo mismo ocurrió cinco minutos antes y en el momento de comenzar. Mientras tanto amenizaban con algunas versiones de canciones del grupo, hecha por músicos de habla hispana. Las versiones me sonaron horribles, si la desean las puedes escuchar en http://www.chicagotheband.net/chicago-iexclexitos-cd-mp3.html donde ponen sólo 30 segundos, pero no se entusiasmen mucho, que son sólo los mejores 30 segundos de cada canción. El público estaba lleno de personas de la segunda edad y media, y de la tercera edad, no como sería en Cuba donde habría público de todas las edades en un espectáculo de este tipo.
A las 9:30, la banda salió al escenario. Desde mi posición, Robert Lamn y Jason Scheff se encontraban la derecha, al centro Tris Imboden completamente rapado, y delante de él un joven percusionista cuyo nombre les debo, ya que no parece tampoco en el sitio web oficial de la banda www.chicagotheband.com , mientras a la izquierda se encontraban Keith Howland y Lou Pardini. Como es habitual el centro delantero estaba en poder del saxofonista Walt Parazaider, el trompetista Lee Loughnane, y el trombonista James Pankow
Comenzaron con “Make me Smile”, que forma parte de la suite "The Ballet For A Girl in Buchannon", la cual tocaron íntegramente, incluyendo también “Colour my World”. El grupo venía del Festival de Jazz de San Javier, y asumí que se habían preparado para una actuación donde dieron de sí la parte más jazzística de su repertorio. No me equivoqué del todo. Tras unos 20 minutos que fue lo que duró ese alarde de virtuosismo, tocaron una segunda canción antes de pasar a “Dialogue”, del Chicago V, una de las que habitualmente se ponía por la radio en los años 70, al menos en la Habana, y que me hizo recordar como la perseguía yo por las distintas emisoras, como esta canción siempre la bajaban en fade antes de llegar a la parte del “we can make it happen”, y los finales de mi infancia. Este segmento lo terminaron con uno de los temas del sonido más moderno y pop de la banda (35 años), “Alive Again”.
Luego de unas palabras de agradecimiento comenzaron con la bellísima introducción de “Call on me” -interpretada por el tecladista Lou Pardini-, que fue el primer éxito masivo donde incluyeron percusión latina, y la primera canción que yo escuché de este grupo, cuando empecé a trastear mi radiecito ruso Meridian en busca de las tan peligrosas emisoras extranjeras, de noche y bajito, para que no se enteraran los vecinos. Continuaron con “Old days”, del Chicago VIII, otro de los éxitos de la WQAM, que me recordó también el primer disco de Chicago que tuve en mis manos, y que en aquel momento no me gustó tanto, porque canciones como “Oh thank you great spirit” eran muy complejas para mi, que en aquellos años prefería “Bad Time” y “Some kind of wonderful”, del All the Girls in the World Beware de Grand Funk. Con el tiempo logré apreciarlo más, muchísimo, como mismo disfrutaba de este concierto. Luego de “Along comes a woman” y “Wake up sunshine”, donde James Pankow protagonizó con su trombón un magnífico solo, Robert Lamm, que apenas había hablado desde el comienzo, presentó la canción que más popular fue en España en su momento: "If You Leave Me Now". Una balada que Jason Scheff, que aunque lleva 25 años en el grupo, aún comparamos con Peter Cetera, defendió con honra, a pesar de que en mi opinión personal, de manera general no estuvo vocalmente a la altura de otros conciertos, y sólo fue hacia el final de este que se animó a darlo todo de su voz.
Fue el mismo Jason quien continuó con “I´ve been searching so long”, donde Keith Howland se destacó con el sólo de guitarra en otro de los éxitos de toda la vida que me puso sentimental por un instante, antes de alegrarme con la entrada del instrumental “Mongonucleosis”, rescatado de uno los primeros discos, para cerrar esta sección de concierto con “Baby what a big surprise”, tema que comenzó a sonar en Cuba a finales de los años 70, y que en su momento no supe apreciar, porque ya me gustaba una música más dura, y como todo adolescente, que piensa que tiene toda la verdad del mundo en su cabeza, rechazaba algunos grupos en favor de otros.
La tercera parte del espectáculo comenzó con “Hard habit to break” sonando, como el resto del concierto, con la misma calidad de sonido de un Cd de estudio. Siguieron con “You are the inspiration”, (ambos temas del muy bien vendido Chicago XVII de 1984), que me recordó mucho a Mariela, una estudiante mía, extremadamente comunista, que en el año 2000 se fue de Cuba. Ella misma me comentó que abrió los ojos, y su canción preferida era esta, aún en la época en que tenía los ojos cerrados.
En lo que parecía ser el final del concierto, Robert Lamm se bajó de su podio, y tomando una guitarra acústica comenzó con los primeros acordes de “Beginning”, donde Tris Imboden se dedicó a abusar de los parches. Enlazaron con “I´m a man”, y mientras Jason y Keith Howland iniciaban la canción, Walter, Lee y James (la sección de vientos) tomaban en sus manos pequeños instrumentos de percusión como claves y cencerro, para acompañar. De más está decir que de nuevo Imboden y el percusionista recién llegado, abusaron en un interesantísimo sólo donde Tris no pudo escapar de sus influencias latinas. Para nada aburrido, el baterista intercaló momentos de ritmo con espacios de velocidad, y un contrapunteo percutivo entre él y el percusionista. Para mantener la exaltación en que se encontraba el público después de este alarde de virtuosismo, interpretaron “Street player”, otro éxito esta vez del Chicago XIII, seguidos de “Just you and me”, que no podía faltar, presentada por James Pankow, y donde Lee Loughnane se explayó en un largo solo de jazz. Al finalizar Robert Lamm se echó al hombro un teclado portátil y salió al frente para tocar y cantar las muy coreada “Saturday in the Park”, otra de las canciones que tanto se transmitió en las emisoras de radio cubana en la segunda mitad de los 70. Continuaron con otra balada, “Hard to say I´m sorry / Get away”, con su acelerado final, y una sección de viento espectacular (sobretodo Lee Loughnane) como lo fue desde el principio del concierto, y terminaron con “Feeling stronger every day”, luego de lo cual se retiraron dejando al público muy caliente.
Pero sabíamos que había más, y ellos también, así que regresaron para dejarme asombrado con su interpretación de “Free”, que también atrajo muy buenos recuerdos de mis amigos y hermanos Jorge y Virgilio Torres, ambos músicos, a los que les gustaba mucho este tema. Cerraron con mi canción preferida de Chicago, aún la preferida, “25 or 6 to 4” con otro alarde guitarrístico por parte de Keith Howland, (aquí les dejo un video que no puse yo en Youtube, de principios de este año que les dará una idea de cómo toca el hombre) y todo el grupo muy animado, especialmente Pankow, quien en todo momento estuvo en movimiento. Terminado el concierto, la banda saludó y lanzaron uñas y baquetas al foso.
A la salida algunos se quedaron esperando para hacerse fotos y firmar autógrafos con los miembros de la banda. Vi a un joven, (o a lo mejor no tanto), sacar de una bolsa el disco original de Chicago Transit Authority, y además de asombro, me causó mucha alegría, y me hizo sentir feliz de ver que, a pesar de tanta basura musical que se consume en estos momentos, y la magnificación del mismo por poderosos medios de comunicación, el relevo en cierta medida está garantizado. La pasé muy bien, y como siempre digo lo único que me faltó en este concierto fueron ustedes, mis amigos de siempre, desperdigados por todo el mundo. Ojalá que leyendo esta crónica también a hayan pasado bien todos ustedes.
{youtube}7SYlWruxqMM&feature=related{/youtube}