Desde hace algún tiempo Tomás Quilez de On Fire Records me está recomendando esta banda joven de Madrid. Tan joven que fue creada en 2019 y su debut discográfico es este 'Disrupted Innocence'. Desde hace años estoy viendo un montón de bandas españolas que tienen un sonido moderno y una proyección totalmente europea. Y a los extranjeros eso no asombra. Nos asombra porque cuando estamos en América Latina lo que nos llega son las mismas bandas de sonido anquilosado que salen mes tras mes en las únicas revistas que llegan. Por eso desde Made in Metal siempre hay espacio para bandas como Endernity (y ojo, también para las anquilosadas, que la discriminación es muy fea) tanto en la web como en la radio.
La banda es nueva, pero los chicos ya están usados. Son músicos experimentados y lo primero que resalta es la voz del guitarrista Manuel Hernández. Clara, sentida y con una perfecta dicción. Luego es el momento de las guitarras donde también está el miembro de Skunk D.F., Rodrigo Arias destacando el sonido corrosivo, los riffs enérgicos y los solos donde se mezcla velocidad y sentimiento.
El disco fue grabado en The Metal Factory y aun así no suena como otros materiales salidos del mismo estudio. Hay una cierta pátina en la música, el sonido no es cristalino, prístino, inocuo, y está hecho a propósito. Lo sentirás en todo momento, pero uno en especial es el coro de “Genocide” que teniendo unas vocalizaciones trabajadas, huye de la limpieza que encontrarías en grabaciones de bandas como Queen, Cats in Space, Art of Illusion y otras. Ese aire corrosivo forma parte de la unidad musical de Endernity, quienes quizás no quieran ser encasillados en algún estilo dentro del metal, es que es difícil y quien los encasille perderá elementos que hay en la banda.
Sobre esto hay quien ya ha dicho que es metal puro y duro. Es cierto, no hay ningún post nada. La banda suena fresca, pero sucia, a veces hay momentos épicos, pero sin pompa. Hay algún timbre hardcoreta sin que haya hardcore. Las canciones son extensas, pero esa extensión no es extenuante. Una banda para disfrutar y de la que será difícil decir que se parece a otra en un mundo donde ya todos nos parecemos demasiado.
Como ha ocurrido en cientos de bandas desde hace decenios, la canción que titula el disco posiblemente será de las olvidadas en el futuro, aunque no deja de ser una composición muy bien hecha. Cuando la banda se nos pone tierna como en la primera mitad de “I Dream That I Can Fly” Manuel se nos muestra con otra tesitura vocal más clara y tenemos que coincidir que cante como cante lo hace muy bien.
Si alguna mancha debo dejar caer sobre el disco es que, como es habitual en estos años, el sonido del bajo está casi perdido. Una mala costumbre que no acaba de desaparecer. La sección rítmica intenta destacarse y lo hace muy bien en la espectacular “The Dream is Over” que es de lo más extremo del disco. Han guardado para el final “Victim of Society” y ha sido una decisión correcta pues la canción tiene varias rupturas de ritmo que pudieran confundir al oyente de estar en una posición anterior. Incluye un solo de corte neoclásico que una vez más refuerza el criterio de que ellos quieren ser diferentes… y vaya que lo han logrado.