Después de muchos años, finalmente Sectarium ha sacado nuevo material. Yo ya lo veía como una quimera. Esta no es la historia de una banda que lo dejó por desidia o aburrimiento, sino del homenaje a su música, sus músicos y la reparación de una injusticia. Sectarium terminó cuando su bajista y vocalista, Franto Paul Hernández, fue asesinado por un menor de edad. Triste historia que no voy a detallar, mejor ir a la música, un proceso de sanación.

El disco comienza con “Sodomorah” y llama la atención el sentido de solemnidad. Mucho más interesante me resulta “Flagellation of the Innocents” donde comienzo a imaginar en algunos momentos que hay una cierta influencia de Nergal y Behemoth. El detalle de las campanadas es genial. Quien no tenga en cuenta que esta es una banda histórica, quizás no comprenda la entrada de “Ignis Ardentis Omnia” con esas guitarras que suenan mal al oído, pero también a mí me recuerdan a todos esos guitarristas que comenzaron con un instrumento que no sonaba como ellos esperaban sonar, como los de sus ídolos.

Mezclando doom con death y algo de black metal, “One Day in the Abyss” es la perfecta combinación de lo que hace la banda, con una batería algo más trabajada a dos niveles de producción. “Ad Tenebras” también me devuelve a aquellos noventa en los que queríamos escuchar voces superguturales y graves. “The Shadow of the Cursed Hills” tiene esos momentos interesantes, con textos que nos hacen sentir como si una premonición volara sobre nuestras cabezas. Cada pieza tiene una ligera intro, algo característico en el metal extremo proveniente de Cuba.

La primera canción que escuché de este disco fue “Burning Black Walls”, sus cambios de tiempo me parecieron interesantes, como igualmente lo es “Petrified Falls” que me hace pensar, salvando las distancias, en los Mercyful Fate del “Don´t Break the Oak”. Esta es una canción cuya letra, más que cantada, es declamada. Cierran con “Dethrone the Master” y para poner una pega, no me gustó que destronaran al maestro, aunque si tú no entiendes la letra, te lo vas a pasar mejor que yo.

“Ad Infernum”, aunque tome como referencia “God’s Wrath”, la primera grabación del grupo a inicios de los noventa, es diferente. Aunque se siente que ha sido obra de una one-man-band, se mezcla el respeto por la música que hacía el grupo en sus inicios. En la mezcla de nueva tecnología y sonidos y la crudeza de aquellos tiempos, sobresale, por la parte de la memoria, los timbres de las guitarras, la reiteración de riffs y el trabajo de la batería. Por la parte actual, la mezcla intensa, los teclados con timbres impensables en aquellos años y el estilo vocal que, ahora interpretado por el guitarrista fundador Abel Oliva, toma un timbre diferente (los años han pasado para bien y para mal, aunque creo que más para bien) y lo que me resulta más interesante.

En una entrevista a Joel Morales, que leí hace poco, el cabeza de American Line Productions decía que lo que aún le vincula a Sectarium después de más de treinta años es el aferre de Abel. Como expresa Joel: “hay que leer sus letras, sus metáforas. Se va a morir con las botas puestas” y me alegró su definición del músico, aunque lo demás, espero que ocurra dentro de muchos años.

Abel Oliva grabó y produjo el disco en los OLIstudios de Embrach, Suiza. La mezcla y masterziación la hizo el Indio Doomslayer en los Deepblast Studios. La Habana, Cuba. Para "Dethrone the Master" se utilizó la voz y las letras de Franto Paul, tomada de un concierto en directo de 1996.  In Memory to Franto Paul (RIP 1997).