Jueves 2 de febrero de 2023
Stage Live, Bilbao.
El jueves 2 de febrero pasaba por Bilbao el esperado Tour de los finlandeses, Beast In Black, que venía y continúa cosechando sold out's, allá por donde pasa. El combo liderado por el guitarrista Anton Kabanen (ex Battle Beast) llegaba a Bilbao acompañado de los Firewind de Gus G. que eran los encargados de abrir los conciertos.
Llegamos a las inmediaciones de la Stage Live pronto y ya había una buena fila de gente esperando en la puerta. La apertura tuvo lugar a la hora anunciada, cosa que se agradece entre semana para los que tenemos que volver a casa en transporte público. Entramos y nos percatamos de una barrera anti-avalancha que habían colocado muy cerca del escenario, poco sitio quedaba para los teloneros, ya que tuvieron que tocar en un reducido espacio del escenario. Grandes telones negros cubrían el montaje de los Beast In Black.
La sala se fue llenando por completo, luego resultó muy incómodo moverse, ni a la barra pudimos acercarnos, ir al baño fue toda una odisea. Una audiencia muy variada, gente madura, jóvenes, chicas, mucha más variedad de la que se suele ver en otros bolos de metal. A la hora acordada salían Firewind, el primero en ocupar su sitio fue el batería Johan Nunez, el bajista Petros Christo, el frontman alemán, Herbie Langhans y por último, Gus G., para arrancarse con la directa “Welcome To The Empire”, un tema de su más reciente LP homónimo. Fue genial poder verles una vez más, la última vez fue con su propio tour en marzo de 2022 en la Urban Rock Concept de Vitoria.
Tras esta salida en tromba tuvieron algunos problemas de sonido que mejoraron algo, pero lastraron su presentación. A Gus se le notó algo contrariado por los temas de sonido. En apenas una baldosa tuvieron que descargar su corto set compuesto por temas conocidos de su carrera, como "I Am The Anger", "Head Up High" o "Destination Forever", que fueron muy bien recibidas por la entregada audiencia. Embobados la mayoría mirando los ataques guitarreros del hacha griego. Imposible no caer rendido con sus habilidades.
En gran forma, como siempre, se le vio al excelso vocalista Herbie Langhans (Sinbreed, Avantasia, Voodoo Circle, etc.), me encanta como canta este hombre. Impresionante verle interpretar temazos como "World Of Fire" u "Ode To Leonidas", coreada por el público como si no hubiese un mañana. En la instrumental "The Fire and the Fury", al inicio el escenario quedo a oscuras y Gus salía con esa guitarra que suele sacar con luces en las pastillas y que echa humo, literal. Un bonito efecto que dejo alucinado a más de uno esa noche.
Un setlist corto y de circunstancias, que concluía con los dos últimos temas, "Rising Fire" y la versión del mega-hit, "Maniac" de Michael Sembello, que cantamos como pudimos. Se despidieron durante unos minutos y fueron muy aplaudidos, seguro que hicieron algunos nuevos fans esa noche.
Momento para ver que había debajo de los telones negros, además de la batería, traían una suerte de cabinas con una criatura medio humana, medio máquina colgada, que pensé que darían más juego, pero ni se movían. También una especie de artilugios electrónicos que simulaban ordenadores para controlar esas cabinas. Sonaba una intro y comenzaban a subirse al escenario. El primero fue el baterista, Atte Palokangas que saludo con las baquetas en alto y enseguida salió el resto, el jefe Anton Kabanen y su compi de tándem guitarrero, Kasperi Heikkinen (Amberian Dawn, U.D.O.), el alegre bajista Mate Molnar y el frontman Yannis Papadopoulos.
La chispa que arrancó la velada fue la enérgica e intensa "Blade Runner", lo dicho fue un chispazo, lo que hacía falta para prender a una entregadísima audiencia que llevó en volandas a los Beast In Black que gozaron de un sonido espectacular. Atacaron con "Eternal Fire" y continuaron con la pegadiza, "Die By The Blade", con backing tracks de teclados ampulosos y ochentero que invitan a pegarse unos bailes, pena que nos quedaba lejos la barra para pillar unas birras y el poco espacio para movernos, unos bailes hubiesen caído.
Momento para la impetuosa, "Revengeance Machine", otra de su más reciente trabajo, 'Dark Connection', con Yannis dejándose la garganta en cada frase, menudo vocalista este. La sesión de bailables seguía con "Unlimited Sin", para dar paso a "Moonlight Rendezvous", una de las más melódicas y electrónicas de su repertorio. Que decir que la acogida fue total. Miraba las caras a mi alrededor y eran de felicidad, peña, cantando y claro otros tantos con móviles grabando.
A tope de nuevo con “Crazy, Mad, Insane” y esas baterías electrónicas y estribillo adictivo que terminaron de enloquecer hasta al más heavy de la sala. Remachado por el estelar y esperado “Sweet True Lies”, unos de los grandes momentos de la noche, que un barbado y greñudo a mi lado gozo. Otra de las “nuevas”, "To The Last Drop Of Blood" bastante heavy con backing tracks electrónicos y otro momento de lucimiento para los guitarristas, un más serio Anton Kabanen y Kasperi Heikkinen que estuvo muy amable posando y poniendo caretos no solo para los que nos aventuramos al reducido foso, sino también con toda la peña que le enfocaba con su móvil. Se le vio disfrutar mucho.
Momento baladero, para el que Yannis invito al respetable a sacar los moviles e iluminar con las linternas. Vi a más de un@ que tenia a su pareja al lado aprovechando para besarse. El golpeo de los tambores de Atte anunciaban "Beast In Black", uno de los momentos más heavys, aunque con coros disparados bastante irreales y otro alud de solos de Kasperi y Anton. Soltaron "Hardcore", una de las pistas más poderosas del más reciente plástico de los finlandeses. Sonó genial, aunque me vuelven a chirrear los coros grabados.
Un par de hits energeticos antes de los bises, “Born Again” y la ganchuda, “Blind And Frozen” que llevó al máximo deleite a la entregada audiencia que cantó junto a la banda, tapando los fríos coros disparados. ¿A quién le importaba que era jueves?. Yannis dio las gracias a los asistentes y a los Firewind, confensado que ya era fan suyo cuando tenía 15 años.
Sin marcharse del escenario despacharon tres bises, comenzando con la hímnica, “Cry Out For a Hero”, con otra gran demostración vocal de Yannis. La locura total llegaba con el popero hit, “One Night In Tokyo”, que removió el avispero a golpe de electrónica y solos incendiarios. El final llegaba con “End Of The World”, con casi 500 almas deleitándose con el último chute de energía que proponían los finlandeses.
La banda está on fire y estoy casi seguro que la próxima vez que vengan de gira pueden meterse en la Sala Santana y petarla tranquilamente, la flecha apunta para arriba. Si no les viste, esta vez vete a verles cuando vuelvan, la diversión está asegurada.